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((**Es9.868**) las elecciones generales para sustituirlo. Los conservadores se armaron en varios puntos del Cantón para defenderse y, si se les atacaba, hacer entender de una vez para siempre a los liberales que el tiempo del despotismo había pasado. El Consejo de Estado distribuyó armas y municiones entre sus afiliados y organizó, con la promesa de buenos sueldos, unas bandas de francotiradores, hábiles en el saqueo para esparcir el terror por el país. No se omitió ningún detalle para lograrlo, ni las amenazas, ni los hechos, ni los violentos artículos en los periódicos contra el clero, ni la misma dinamita. Estaba para estallar la guerra civil, y ya había habido algún serio conflicto seguido de muerte, cuando un comisario federal ordenó que se desarmara a los partidos. Los conservadores obedecieron por deferencia al poder central, guiándose por la palabra del comisario; pero los liberales arrestaron a algunos de sus jefes. Finalmente las Cámaras federales ratificaron, después de duras discusiones con los radicales, la decisión tomada, de acuerdo con la equidad del poder ejecutivo central, y el 21 de enero de 1877 los electores del Cantón se aprestaron a la renovación del Gran Consejo. Por lo menos setenta de los elegidos pertenecían al partido conservador, y los liberales no alcanzaron más de cuarenta. Los antiguos miembros del Consejo de Estado tuvieron que ceder sus escaños a cuatro valientes conservadores. Con estas elecciones se tenía motivo para esperar que el reino de la violencia terminara en el Tesino, donde había durado más de treinta años. Una carta, que don Bosco hizo escribir el 24 de enero de 1877, manifiesta claramente cuánto le interesaba el triunfo de la religión católica en aquellas tierras. ((**It9.981**)) Muy Rvdo. Señor: Con mucho gusto aprovecho la ocasión que se me presenta de asegurar a V. S. M. R., en nombre de don Bosco, mi Superior, que se celebró la misa según su piadosa y santa intención; que le preocupa el triunfo de la Religión Católica en el Cantón Tesino, y que recomienda a todos los buenos que recen para este fin. En efecto, apenas llegó a su conocimiento tan grave noticia, ordenó inmediatamente se hicieran oraciones particulares a la que se venera en Turín con el título de Auxilio de los Cristianos. Por tanto, haciendo nosotros por nuestra parte cuanto podemos, esperamos que, más pronto o más tarde, la causa de la Religión Católica triunfará, no sólo en el Cantón Tesino sino en todo el mundo. Mas, por ahora, conviene orar, trabajar, y (**Es9.868**))
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