((**Es9.848**)
Por lo demás, el que esto escribe celebra oír
que el citado caballero doctor Musso no haya
tomado parte alguna en los lamentables sucesos,
según resulta de la declaración del mismo Doctor,
quien, obligado por razones de salud, a abstenerse
de las visitas habituales al Establecimiento, tuvo
que declarar que esta circunstancia era totalmente
ignorada por V. S. M. Rvda.
El infrascrito, mientras se responsabiliza de
comunicar al señor Gobernador que los cargos
hechos al caballero doctor Musso se fundaban en un
mero equívoco, no puede admitir de ningún modo
que, con ocasión de la epidemia del cólera y con
la actual de la viruela, se hayan propagado
((**It9.957**)) en los
periódicos noticias perjudiciales a ese Instituto
a través de los empleados municipales, que
procedieron a la visita del Establecimiento.
Para impedir que los hechos se divulgasen,
propagando, como V. S. dice, la inquietud entre
los que tienen relación con los muchachos internos
en ese Centro, lo oportuno hubiera sido haber
tomado con tiempo las debidas medidas, las cuales
hubieran impedido la salida de algunos internos,
los cuales, al refugiarse en la ciudad, dieron pie
naturalmente a que se difundiera las voces que V.
S. lamenta se difundieran en los periódicos.
El que suscribe le ofrece, entre tanto, la
expresión de su distinguido respeto
El Alcalde
F. RIGNON
Se contestó a esta última carta en los términos
de los siguientes apuntes, sugeridos, a lo que
parece, por el doctor Gribaudi.
1.° Es falso que transcurrieran quince días
antes de dar el aviso, puesto que no pasaron más
que dos, y éstos por mi ausencia personal, y no
atreverse a tomar serias determinaciones sin mí.
2.° Apenas pasados dos días, y llegado a casa
por orden del doctor Zandi, éste estaba persuadido
de obrar por mandato del Jefe de Vacunación de
este Municipio, en la persona del caballero
Martorelli, y esto sin más motivo que en atención
a los señores Rizzetti y Carenzi, con quienes
mantiene óptima relación.
3.° Si después se dejaron pasar otros dos días,
fue únicamente porque no se encontró al caballero
Martorelli, a quien fue a buscar cinco veces el
encargado de la enfermería.
Se ve, por tanto, bien claro que el doctor
Gribaudi tenía la buena voluntad de cumplir los
Reglamentos, como se comprobará, oyendo al jefe
doctor Martorelli.
Probablemente la viruela llegó a la Casa,
procedente de la Ciudad, y especialmente del
Hospital de San Juan, en donde había un joven.
Pero esto no es imputable a negligencia del doctor
Gribaudi, sino a una circunstancia imprevista;
porque si el doctor Gribaudi no se hubiera fiado
de la promesa del Jefe de vacunación,
inmediatamente lo habría denunciado al caballero
Rizzetti, como lo hizo enseguida con su clientela
privada.
El pensamiento de don Bosco se dirigía también
a abrirse camino para fundar otras casas en
Liguria.
Había conocido en Génova a las familias de los
marqueses Cattaneo,
(**Es9.848**))
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