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no perjudiquen al mismo establecimiento. Hace
algunos años, por miedo a la invasión del cólera,
se llevó a cabo una inspección higiénica, y el
mismo día en que se me comunicó, se publicaba casi
con las mismas palabras en la prensa, con
exageraciones tales que hubo que rectificar luego
en sentido contrario. Ahora, apenas terminadas las
visitas sobre la vacunación, ha sucedido casi lo
mismo. No pretendo perjudicar a nadie con tal
publicidad pero me encomiendo con todo respeto a
su bondad para que no se repitan y se evite así la
grave inquietud que origina entre los que tienen
relación con los muchachos internos de este
Centro.
Mientras pongo bajo su paternal protección este
Establecimiento, que, como siempre, sigue abierto
para todo pobrecito que tenga a bien recomendarme,
le aseguro que agradeceré cualquier consejo o
sugerencia que me dé para pública y privada ayuda
de los muchachos de nuestra ciudad o de otros
pueblos, a quienes la pobreza o la desgracia
trajera hasta nosotros.
((**It9.956**)) Dios le
bendiga y conceda largos años de vida feliz, y
créame con profunda gratitud,
De V. S. Ilma.
Turín, 23 de diciembre de 1870.
Su
atto. y seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
El Alcalde respondió:
ClUDAD DE TURIN
etc. etc.
Turín, 3 de enero de 1870
Al Rvdo. don Juan Bosco, Rector del Oratorio de
San Francisco de Sales.- Turín.
En contestación a la nota de V. S. M. R., que
al margen se indica, el Alcalde infrascrito tiene
el gusto de participarle que, después del
cuidadoso examen de las observaciones hechas al
doctor Gribaudi sobre el modo de comportarse con
ocasión del desarrollo de la viruela en ese
Instituto, resulta evidente que el mismo no ha
cumplido lo dispuesto en el artículo ochenta y dos
del Reglamento para la aplicación de la ley de
sanidad pública y en el treinta y cuatro del
Reglamento sobre vacunaciones, el cual prescribe
que al manifestarse la viruela o la varicela, el
médico cirujano, llamado a curar, debe ponerlo
inmediatamente en conocimiento del Alcalde y del
Vacunador Oficial.
Por el contrario, se dejó propagar la
enfermedad durante quince días, se dejó se
difundiera en el Instituto y en la Ciudad misma,
sin dar conocimiento al infrascrito para impedir
su propagación.
En cuanto al caballero doctor Musso, fue V. S.
Rvda. quien dio su nombre el día 23 de diciembre
ppdo., y el Regio Conservador de la vacuna, doctor
Martorelli, interrogado expresamente, recordó muy
bien que V. S. le indicó la parte que dicho Doctor
había tomado en aquellas desgraciadas
circunstancias. El mismo doctor Gribaudi lamentó
que se cargara la mayor parte de responsabilidad
sobre él solo, cuando el doctor Musso era más
antiguo.
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