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los dos dichos médicos por otros que inspiren
mayor confianza y le secunden eficazmente con sus
buenas disposiciones en la tutela de la higiene en
el Instituto que usted dirige.
El que suscribe, le presenta la manifestación
de su distinguido aprecio.
El Alcalde
F. RIGNON
Don Bosco tomó caballerosamente la defensa de
los dos médicos, por sentido de gratitud a los
servicios por ellos prestados y como homenaje a la
verdad; y al mismo tiempo pidió ayuda y protección
para su instituto.
Ilmo. señor Alcalde:
Como respuesta y agradecimiento a la carta que
V. S. Ilma. se dignó dirigirme, con relación a los
doctores Gribaudi y Musso, ruégole me permita
darle algunas explicaciones que seguramente
paliarán bastante la impresión producida por la
actuación de estos beneméritos doctores con
respecto a la manifestación de la viruela en este
Centro.
Las cosas son así:
1.° El médico, caballero Musso, no tomó parte
alguna. Hace muchos años que, de ordinario, presta
caritativamente los cuidados de su ciencia a
((**It9.955**)) estos
pobres muchachos, pero en esta ocasión no fue
llamado; es más, creo que todavía no se ha
enterado de que aquí se haya manifestado la
viruela. Por tanto, parece que las citadas
disposiciones legales y sanitarias no le afectan.
2.° Como estaba él ausente, y con las prisas,
se llamó y acudió de hecho el doctor Gribaudi,
quien, en su segunda visita, convencido de la
realidad de la viruela, encargó enseguida a don
José Lazzero, encargado de la enfermería, de que
informara del caso al caballero Martorelli. Por
las muchas ocupaciones de este benévolo señor, y
por la ignorancia del lugar y de las horas de
audiencia, hubo que hacer varias visitas durante
dos días, hasta poder hablar con él. Parece que en
todo esto no tiene ninguna culpa el doctor
Gribaudi, aunque haya continuado prestando su
asistencia a los enfermos.
3.° Para esclarecimiento del hecho y para
tranquilidad de V. S. Ilma. debo, con arreglo a
razón, hacer notar que la viruela no presenta ya
la fuerza que alguno podría suponer, puesto que en
las diversas visitas efectuadas, los mismos
doctores no encontraron más que un solo caso de
verdadera viruela; los demás se estimaron como
varicelas o viruelas más o menos benignas, por lo
que algunos de los afectados ni siquiera hubieron
de interrumpir sus ocupaciones ordinarias.
Así las cosas, ruégole, señor Alcalde, haga de
modo, que la caridad, que los dos señores doctores
Gribaudi y Musso nos prestan desde hace tantos
años, no resulte en menoscabo de su carrera y en
perjuicio de ochocientos pobres muchachos que
viven de la Providencia; que no es fácil encontrar
otros médicos que con tanta asiduidad, desinterés
y constancia quieran prestarse en favor de un
Centro tan numeroso y que no puede concederles ni
un centavo de estipendio.
Aprovecho la ocasión para recomendarme a su
bondad, juntamente con estos mis pobrecitos,
presentándole respetuoso y fervoroso ruego de que
las visitas sanitarias
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