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((**Es9.829**) También los aprendices, que eran tratados y educados igual que los estudiantes, demostraban con su conducta la eficacia de los principios religiosos aprendidos. Lealtad y honestidad eran su característica y fueron muchos los jóvenes que honraron al Oratorio con su conducta al salir de él. Por eso, el haber sido educados por don Bosco era la mejor recomendación para ser aceptados en fábricas, tiendas, ((**It9.935**)) o en otros lugares; los mismos patronos acudían a don Bosco en busca de jóvenes obreros. La Dirección de Ferrocarriles los admitía con gusto a su servicio. Hubo varios carpinteros que por su habilidad, trabajo y virtud cobraron enseguida cinco liras diarias, que fueron después aumentadas notablemente; y fueron muy queridos por los superiores. Un joven ex alumno, empleado en una oficina de contabilidad, encontró un billete de doscientas cincuenta liras perdido. Se apresuró a entregarlo a su jefe, el cual le preguntó: ->>Dónde has estudiado? -Con don Bosco. Al día siguiente le elevaban el sueldo mensual de sesenta a ciento veinte liras. En la caja fuerte de un cuartel desapareció una cantidad respetable. Algunas desgraciadas circunstancias parecían señalar como ladrón a uno de nuestros cerrajeros que era soldado. Protestó de su inocencia. Era tan virtuosa su conducta, que el Coronel y los otros oficiales no dudaron de su inocencia, pero no tenían pruebas: durante un mes entero, dado el afecto que le tenían, hicieron las más activas pesquisas hasta que, finalmente, fue descubierto y condenado el verdadero culpable. Todavía un hecho más. Un joven de fuerza hercúlea, alistado en el cuerpo de artillería, estaba en la plaza de armas pasando revista, cuando oyó que el General le llamaba por su nombre y le decía: ->>Tú has sido educado por don Bosco? -Sí, mi General. ->>Quiéres ser mi asistente? -Con mucho gusto. Tres meses más tarde el General se retiraba y el joven ascendió a cabo. Siempre fiel a sus prácticas religiosas, fue sargento durante dieciséis años y terminó siendo comandante en una fortaleza de la frontera. Desde allí escribía: <((**It9.936**)) disciplina militar y también a las leyes morales, los he visto condenados (**Es9.829**))
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