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fue a visitar el instituto que siguió reconociendo
como su seminario menor.
Don Francisco Cerruti fue a abrir la nueva casa
de Alassio en calidad de Director. Estaba tan
débil que temía morir en el viaje.
-Vete, díjole don Bosco cuando oyó sus justas
observaciones.
Don Francisco Cerruti partió. Durante las
primeras horas le pareció que se desmayaba; pero,
después del viaje en tren hasta Savona, y las
siete u ocho horas en incómodo carruaje desde allí
hasta Alassio, llegó al Colegio en plena forma. Un
día le dijo don Bosco:
-Cuando tengas que contar lo de vir obediens
loquetur victorias (el varón obediente cantará
victoria) no necesitarás buscar ejemplos en los
libros.
Le había dado varios consejos que don Francisco
Cerruti expuso de este modo: <>-Préstate con gusto y siempre que puedas, mas
sin que por ello se quebrante el orden de tu
colegio.
>>Le pregunté una vez cómo debía regularme en
cuanto a la petición de misas, sobre todo de los
veraneantes y familias señoriales. Me contestó:
>>-Acepta primero aquéllas donde la limosna es
menor: primero la parroquia, después las
hermandades y otras iglesias más frecuentadas por
la población; finalmente, si puedes, las capillas
privadas de los señores y de los veraneantes.
>>Lo mismo que para enseñar el catecismo,
quería que sus hijos espirituales se prestasen
para predicar y confesar, pero siempre con
subordinación a los deberes impuestos por el
Colegio>>.
((**It9.932**)) El
clérigo Juan Garino debía unirse a don Francisco
Cerruti en el Colegio de Alassio, para ocupar el
cargo de Catequista. Se encontraba en el Oratorio
indispuesto por una afección a la garganta, que
hacía tiempo volvía a molestarle.
<>-Bueno, cuando ya no puedas dar clase,
escribiras.
>>No hice entonces gran caso de esta su última
palabra, pero se ha cumplido. Cuando hube
mejorado, volví un poco a la enseñanza, pero me
encontré abocado a escribir y publicar algunas
obritas, a lo que pareció aludía don Bosco cuando
me dijo: escribiras>>.
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