((**Es9.803**)
Mientras resonaban en el Oratorio con toda
solemnidad las notas del órgano y del canto
gregoriano, y las músicas y los alegres gritos de
centenares de muchachos esperando la distribución
de premios y las vacaciones, el furor de la guerra
destrozaba a Francia. Los combates habían empezado
el 2 de agosto; en el primero, junto a Sarrebruck,
de escasa importancia, vencieron los franceses;
pero a partir de aquel momento, la victoria se
puso del lado de los prusianos. El 4 vencieron en
Wissembourg, el 6 en W”rht y ((**It9.906**)) en
Jorbach; rechazaron al enemigo hasta el Mosela;
desde allí se lanzaron contra el cuerpo de
ejército del mariscal Bazaine: el 14 de agosto le
vencieron en Colombey-les-Belles, el 16 en
Gravelotte y en Rezonville, y le obligaron a
retirarse, con sus ciento setenta mil hombres, a
la plaza fortificada de Metz.
Dejaron en derredor de esta ciudad un número
suficiente de milicias para asediarla y
prosiguieron con cautela hacia París. En París,
después de las primeras derrotas, se había
retirado el mariscal Mac-Mahon y desde allí,
reordenado el ejército, acompañado por el
emperador Napoleón, había vuelto a Metz, con la
intención de reunirse con el ejército de Bazaine y
envolver a los alemanes; pero, al llegar al valle
del Mosa, se encontró cercado. Combatióse
encarnizadamente durante dos días, el 31 de agosto
y el 1.° de septiembre, y los franceses sufrieron
una gran derrota. El 21 de septiembre, dado que
los prusianos habían ocupado las alturas de los
alrededores con ochocientas piezas de artillería,
y que amenazaban con un exterminio total al
ejército francés que se encontraba en la llanura,
el Emperador y su ejército tuvieron que rendirse
prisioneros. Había en la batalla ochenta y cuatro
mil franceses y los prusianos eran doscientos
veinte mil. La derrota de Sedán confinaba al
emperador Napoleón al Castillo de Willelmsholhe en
Hess-Kassel, sin corona, humillado y finalmente
desterrado.
Y he aquí la palabra a Francia: Dios la
visitará tres veces con la vara de su furor. En la
primera abatirá su soberbia, con las derrotas, con
el saqueo y con el exterminio de hombres y
animales; en la segunda... se quedará sin Jefe,
víctima del desorden. De la tercera hablaremos en
otra parte.
El ejército que invadió a Francia se componía
de casi ochocientos mil hombres.
A finales de agosto, el Ministerio Italiano,
animado a aprovecharse de la ocasión de la guerra
franco prusiana para anexionarse Roma, como no
estaba todavía segura de la ruina de su antigua
aliada, se declaró diplomáticamente contrario a la
empresa. El ministro
(**Es9.803**))
<Anterior: 9. 802><Siguiente: 9. 804>