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a asistir cada vez en mayor número, a pesar del
importante gasto que debía hacer ((**It9.886**)) con el
banquete que les daba a todos. Pero en aquella
ocasión no dejaba nunca de animarles a mantener en
medio de la sociedad el espíritu del Oratorio, y
muchos de ellos acudían a él en esta circunstancia
en demanda de consejo.
La fiesta de san Juan resultaba muy útil para
los alumnos antiguos y para los nuevos, y por eso
don Bosco permitía que le dieran todo el esplendor
que quisieran. Cuenta don Francisco Giacomelli:
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Un hecho digno de recuerdo ocurrió después de
esta fiesta.
El clérigo Luis Pesce había caído gravemente
enfermo en Cherasco. Atormentado por la fiebre
hasta hacerle delirar a menudo, ya le habían
aplicado veinticuatro sangrías y treinta y dos
sanguijuelas. Los médicos pronosticaron su cercana
muerte. Ante la urgencia se le administró el
Viático a media noche y, como faltara don Juan
Francesia, se llamó a toda prisa al Capellán del
Hospital. Y se telegrafió a don Bosco:-`Consulta
médicos, Pesce desahuciado'. El Venerable
respondió enseguida:-`No temáis. Aún no es su
hora'. En efecto, curó perfectamente. Murió el año
1910.
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