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edificio con los muchachos que pernoctaban en los
dormitorios de encima.
La máquina estaba garantizada solamente para
cuatro atmósferas y algunas mañanas el manómetro
señalaba ocho. El mecánico se acercaba temblando a
abrir las válvulas, porque temía una inminente
explosión y se maravillaba de que todavía no
hubiera sucedido.
Los tipógrafos alababan a María y continuaban
sin perturbarse su trabajo para la difusión de
buenos libros. En febrero había salido el folleto
de las Lecturas Católicas: LA PALABRA DE LA CRUZ,
o sea nociones histórico-dogmáticas y morales
sobre la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por el
padre Carlos Felipe de Poirino, sacerdote
capuchino. En la portada se leía Verbum Crucis (I
Cor. 1 ). El buen fraile se opone en él a los
protestantes que blasfeman contra la cruz, sus
reliquias, su culto, su colocación por plazas y
calles y como remate de las iglesias; y que la
hacían pedazos donde quiera que se propagaban sus
sectas; describe los milagros obrados por la Santa
Cruz y sus maravillosas apariciones en el cielo a
la vista de las multitudes.
Para el mes de marzo y abril los suscriptores a
las Lecturas habían recibido: EMILIO DEFAIX, o sea
el modelo de los artesanos; historia verdadera con
los consejos de un amigo sincero, a los jóvenes
aprendices, por el abate Richaudeau; traducción de
Pedro Bazzetti, presbítero. El joven Emilio creció
en la inocencia, perseveró en el bien, esquivó los
peligros del alma, gracias a los cuidados de una
madre verdaderamente cristiana y de un hermano
incomparable. Murió como un santo a la edad de
veintitrés años, después de dieciocho meses de
enfermedad. Resignado, en medio de atroces
dolores, contento por cumplir la voluntad de Dios,
con continuos deseos de Paraíso, confortado con
alguna visión que bien puede llamarse celestial,
edificó mucho a cuantos le conocían.
Los consejos, que daba después el autor a los
jóvenes aprendices, están llenos ((**It9.864**)) de
admirable prudencia y eficacia para prepararlos
contra las asechanzas del mundo, quitarles el
temor que produce el respeto humano, reforzarles
en el amor y en la fe a la Iglesia Católica y
animarles a la frecuente recepción de los
Sacramentos.
La pluma de don Bosco había preparado para el
mes de mayo el folleto: NUEVE DIAS CONSAGRADOS A
MARIA AUXILIADORA, por Juan Bosco, Pbro.
Decía el Venerable al Lector:
A más de las obritas publicadas sobre el culto
y las maravillas de María, invocada con el título
de Auxiliadora de los Cristianos, muchos pedían
una novena, que explicara
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