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las dos primeras audiencias tenidas con el Sumo
Pontífice, que ya hemos referido.
Habló del Obolo de San Pedro y de las Lecturas
Católicas presentadas al Papa: de los favores
espirituales por él concedidos y de sus recuerdos
para los muchachos, y anunció que en el Concilio
se había hablado encomiásticamente de la
Congregación Salesiana. Pero entonces no dijo más
de cuanto sabía y, sabía mucho, del mismo Pío IX,
ni de cuanto había visto; ni tampoco del trabajo
realizado para que menguaran las oposiciones a la
deseada definición dogmática de la infalibilidad
pontificia. Pasó, en cambio, a exponer la
propuesta tenida y aceptada de abrir una casa
Salesiana en Roma, en San Juan de la Pigna. Habló
de la hermosa iglesia, del local contiguo 1, de
las ventajas de tener una residencia en la ciudad
de los Papas, y siguió hablando de otras cosas
según este resumen:
Así que este año, por agosto u octubre, si no
hay nada en contra, irán algunos a Roma, a más del
otro colegio ((**It9.834**)) que
hemos de abrir a orillas del mar, en Alassio,
entre Oneglia y Albenga. Así he quedado con el
Sumo Pontífice.
Y como el año pasado había hecho una pequeña
colecta para el Colegio de Roma, la he dejado
allí, y ahora, con alguna otra cosa, he
constituido un depósito en la caja pontificia, de
cien francos mensuales, para atender a los que
vayan a Roma este año.
Quería también pedir algo más al Pontífice para
las dimisorias, y creo que lo habría concedido;
pero después, pensando que de esto se había
hablado en el Concilio, y que todos eran
favorables, para evitar cambios o inconvenientes
me pareció mejor dejar que el Concilio determine
lo que tiene entre manos y, si luego hay que hacer
peticiones, las haré después del Concilio al
Pontífice, el cual, pudiendo obrar con plena
autoridad, concederá y hará con gusto todo lo que
redunde a mayor gloria de Dios.
He tratado, además, con varios obispos, quienes
al oír hablar en el Concilio de nuestra Sociedad,
venían y pedían insistentemente que se tuviera
compasión de sus diócesis y se abriese en ellas
una casa. Yo no he prometido nada, y no por falta
de bienes materiales, sino por falta de personas.
De Roma he podido traer también algunos dineros
que irán bien para las obras que vamos a empezar,
que son: un pórtico de aquí a la iglesia, una
plaza delante de la misma, un edificio
relativamente grande en Lanzo, otro en Mirabello y
una iglesia en Puerta Nueva. Como se ve siempre
tenemos grandes proyectos y hasta presuntuosos en
apariencia, pero yo, mientras vea que el Señor nos
preste su mano, voy adelante sin miedo; si después
viese que nos retira su apoyo, entonces me pararía
para no hacer mala figura.
Al final se refirió al desarrollo de la Pía
Sociedad, a sus casas, que iban creciendo en
número, a los alumnos que se multiplicaban, a la
1 Esta iglesia con la casa aneja fue puesta a
disposición de nuestra Pía Sociedad por Su
Santidad Pío X el año 1905 y enseguida fue
habilitada para residencia de nuestro Procurador
General.
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