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((**Es9.741**) las dos primeras audiencias tenidas con el Sumo Pontífice, que ya hemos referido. Habló del Obolo de San Pedro y de las Lecturas Católicas presentadas al Papa: de los favores espirituales por él concedidos y de sus recuerdos para los muchachos, y anunció que en el Concilio se había hablado encomiásticamente de la Congregación Salesiana. Pero entonces no dijo más de cuanto sabía y, sabía mucho, del mismo Pío IX, ni de cuanto había visto; ni tampoco del trabajo realizado para que menguaran las oposiciones a la deseada definición dogmática de la infalibilidad pontificia. Pasó, en cambio, a exponer la propuesta tenida y aceptada de abrir una casa Salesiana en Roma, en San Juan de la Pigna. Habló de la hermosa iglesia, del local contiguo 1, de las ventajas de tener una residencia en la ciudad de los Papas, y siguió hablando de otras cosas según este resumen: Así que este año, por agosto u octubre, si no hay nada en contra, irán algunos a Roma, a más del otro colegio ((**It9.834**)) que hemos de abrir a orillas del mar, en Alassio, entre Oneglia y Albenga. Así he quedado con el Sumo Pontífice. Y como el año pasado había hecho una pequeña colecta para el Colegio de Roma, la he dejado allí, y ahora, con alguna otra cosa, he constituido un depósito en la caja pontificia, de cien francos mensuales, para atender a los que vayan a Roma este año. Quería también pedir algo más al Pontífice para las dimisorias, y creo que lo habría concedido; pero después, pensando que de esto se había hablado en el Concilio, y que todos eran favorables, para evitar cambios o inconvenientes me pareció mejor dejar que el Concilio determine lo que tiene entre manos y, si luego hay que hacer peticiones, las haré después del Concilio al Pontífice, el cual, pudiendo obrar con plena autoridad, concederá y hará con gusto todo lo que redunde a mayor gloria de Dios. He tratado, además, con varios obispos, quienes al oír hablar en el Concilio de nuestra Sociedad, venían y pedían insistentemente que se tuviera compasión de sus diócesis y se abriese en ellas una casa. Yo no he prometido nada, y no por falta de bienes materiales, sino por falta de personas. De Roma he podido traer también algunos dineros que irán bien para las obras que vamos a empezar, que son: un pórtico de aquí a la iglesia, una plaza delante de la misma, un edificio relativamente grande en Lanzo, otro en Mirabello y una iglesia en Puerta Nueva. Como se ve siempre tenemos grandes proyectos y hasta presuntuosos en apariencia, pero yo, mientras vea que el Señor nos preste su mano, voy adelante sin miedo; si después viese que nos retira su apoyo, entonces me pararía para no hacer mala figura. Al final se refirió al desarrollo de la Pía Sociedad, a sus casas, que iban creciendo en número, a los alumnos que se multiplicaban, a la 1 Esta iglesia con la casa aneja fue puesta a disposición de nuestra Pía Sociedad por Su Santidad Pío X el año 1905 y enseguida fue habilitada para residencia de nuestro Procurador General. (**Es9.741**))
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