((**Es9.715**)
-Una cosa es, replicó Audisio, escribir para el
público y otra son las opiniones privadas...
Y así terminaba la disputa; mas no sin cierto
enojo mal encubierto por su parte, y viva
satisfacción por parte de los demás.
Por aquellos mismos días se acercó también a
don Bosco monseñor Scalabrini. Este afirmó que se
presentó al Venerable para que leyera un escrito
suyo sobre la infalibilidad del Sumo Pontífice; y
que don Bosco, después de haberlo leído, lo
aprobó, y aconsejó a Monseñor que lo imprimiera;
se acordó de él cuando se trató del nombramiento
de nuevos obispos y lo propuso para la sede de
Piacenza.
Aquella concurrencia a la calle Pedacchia acabó
en la fiesta de la Purificación de María. Todos
los Padres del Concilio fueron a la Basílica
Vaticana para asistir a la bendición de las
candelas y la Misa Pontifical. Don Bosco también
asistió.
Y he aquí que apareció el Papa en la silla
gestatoria. Mientras el Siervo de Dios contemplaba
absorto el espectáculo, oyó a un protestante
inglés, que estaba a su lado, rezongar indignado:
-íQué vergüenza! íHe aquí una prueba más de que
los católicos prestan adoración al Papa! íEsto es
una verdadera idolatría!
((**It9.804**))
Volvióse el Venerable donosamente y le respondió
con toda sencillez:
-Usted perdone: si no llevaran así al Papa, ni
usted ni yo podríamos verlo en medio de tanta
gente...
La graciosa ocurrencia del Venerable calmó al
inglés, que reflexionó y acabó diciendo:
-Es verdad... y también ésta es una razón.
(**Es9.715**))
<Anterior: 9. 714><Siguiente: 9. 716>