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o sea la piedra invencible por el infierno (portae
inferi non praevalebunt). Este es el argumento que
León describe con nítida elocuencia en los
aniversarios de su consagración, reclamando para
sí la obligación de la vigilancia y para sus ntes
el deber de la obediencia, cual se rinde a Pedro y
a Cristo en sus sucesores.
>>Por tanto (arguye él) la institución divina
subsiste, y san Pedro, con la solidez de la
piedra, no ha abandonado el timón de la Iglesia>>.
Y luego: <>.
<>.
Monseñor Audisio estuvo oyendo atentamente al
principio, pero, de pronto, intentó arrancar el
libro de las manos de don Bosco.
Advirtió que había caído en una graciosa trampa.
Don Bosco siguió diciendo:
-Observe la página tal, el capítulo cual... y
vea si he leído bien.
Y le presentó la Historia civil y religiosa de
los Papas, escrita por el mismo monseñor Audisio.
-Basta, basta, exclamó riendo Monseñor:
basta... basta... dejémoslo ya.
((**It9.803**)) ->>Por
qué? >>Acaso no es un autor apreciadísimo y
autorizado:
-Me la ha hecho buena. Usted emplea argumentos
irrebatibles. Mas le advierto que ya no comparto
algunas ideas aquí propugnadas; en cuanto a la
infalibilidad, ahora pienso de otro modo.
-No importa, añadió don Bosco; pero aquí las
razones están bien expuestas.
-Pero, >>cómo es posible, continuó monseñor
Audisio, que don Bosco, en medio de tantos
asuntos, haya visto también estas páginas mías?
-Siempre tengo entre manos sus libros y los uso
como libros de texto... Pero, como ve, usted
manifiesta en sus escritos unos sentimientos muy
distintos de los que ahora expresa.
(**Es9.714**))
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