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extranjeros, convertían a don Bosco en jefe y casi
todos se separaban de él con otras ideas,
decididos a sostener no sólo la tesis de la
infalibilidad, sino también la oportunidad de la
definición dogmática, lo llevó a mal, y un día
acudió a la calle Pedacchia.
Pero estaba don Bosco en audiencia con notables
personajes y no pudo recibirlo por dos veces.
Volvió una tercera, decidido a hablarle a toda
costa. Después de mucho esperar, finalmente entró.
La entrevista duró más de dos horas. Monseñor
Audisio, que apreciaba al ((**It9.800**))
Venerable por sus conocimientos históricos, le
temía como adversario, y entabló con él una
verdadera polémica.
Después de un rato entraron también al coloquio
otros doctos personajes, llegados para tratar con
don Bosco sobre la cuestión. Audisio le atacó
directamente en su presencia, sobre la
infalibilidad y sobre el Papa Honorio I;
preguntóle si éste no erró en la cuestión del
monotelismo; si las dos cartas que escribió al
Patriarca Sergio de Constantinopla no eran dudosas
al combatir la nueva herejía, al menos, como para
no reconocer en él al Maestro de la verdad. Y
preguntaba a don Bosco, si era verdad que en este
caso su opinión le persuadiría a serle favorable.
Don Bosco había podido echarle en cara su
escasa buena fe. Tenía sobre la mesa una obra
impresa en Roma en 1865 titulada: Historia
religiosa y civil de los Papas por Guillermo
Audisio, canónigo de San Pedro en el Vaticano y
Profesor de Derecho Racional de las Gentes en la
Universidad de la Sabiduría.
En el 2.° volumen, páginas 292 y 494, defendía
Audisio la conducta de Honorio contra las
calumnias de los sectarios, demostrando que aquel
Pontífice: 1. ° No era culpable del silencio o de
la suspensión del juicio; 2. ° que era integérrimo
en la doctrina. Y concluía diciendo que, al morir,
Honorio <>.
Por toda respuesta, había podido don Bosco
presentar enseguida aquel libro al autor, mas no
quiso ofenderle con tan brusca refutación. Se
excusó de responder, aduciendo sus escasos
conocimientos frente a la mucha erudición de tan
gran maestro.
Audisio repitió la pregunta pidiendo una
respuesta. Los presentes eran el padre Perrone,
monseñor Galletti y algún otro obispo. Don Bosco
repitió también que no le correspondía hablar ante
tan doctos cultivadores de la historia. Entonces
Audisio se puso a hablar directamente contra la
infalibilidad personal ((**It9.801**)) del
Papa. Hablaba
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