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Turín, 1870
Ilmo. Sr. Ecónomo General:
Los clérigos, cuya lista se adjunta, suelen
prestar caritativo servicio en las escuelas o en
la vigilancia de los niños pobres, que acuden a
los Oratorios o campos de recreo de esta Ciudad.
Tiempo atrás, recibían éstos, individual o
colectivamente, un caritativo subsidio del
Economato Real con el que podían proveerse, al
menos en parte, de su equipo y otros gastos más
urgentes.
Habiendo cesado esta beneficencia hace algún
tiempo, el que suscribe se atreve con toda
humildad y encarecimiento a renovar la súplica a
V. S. Ilma. para que estos beneméritos clérigos
sean tenidos en benévola consideración y se les
conceda la caritativa ayuda que la bondad de V. S.
creyere oportuna.
Incluyo la lista de los solicitantes, a cuyo
nombre se puede conceder un subsidio personal, o
de conjunto, a nombre del abajo firmante.
Con profunda gratitud se profesa
De V. S. Ilma.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Mientras tanto parece que la llegada de los dos
primeros árabes al Oratorio y el anuncio de que
serían enviados algunos más por monseñor
Lavigerie, inspiró la idea del folleto de las
Lecturas Católicas para enero de 1870. Se
titulaba: Nicolás Olivieri y el rescate de las
niñas árabes: Rasgos históricos por Santiago
Bernardi.
Es el comentario de una gloria italiana. Con
anterioridad al 1400 se había fundado en Génova la
Magistratura para el rescate de esclavos,
singularmente de Túnez. Además de la Cofradía,
denominada de la Muerte, con sede junto a la
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canonical de San Donato, asociada a la de Roma,
tenía como fin primordial dicha redención. Según
un libro impreso en 1679, resulta que por medio de
esta Cofradía se habían rescatado más de
doscientos cincuenta mil esclavos, sin contar los
que habían obtenido semejante favor a través de
personas privadas, y de los cinco hospitales
fundados con este fin en la ciudad de Argel,
protegidos por los cónsules de la República, a
quienes la constante caridad enviaba dinero,
medicinas, sábanas y otras cosas, que servían para
las curas especiales de los enfermos.
Más tarde, el sacerdote Nicolás Olivieri,
natural de Voltaggio, inflamado con el ejemplo
caritativo de los antepasados, fundó en 1838 la
piadosa obra del rescate de niñas moras. Hizo
continuos viajes al Africa para la compra de
aquellas pobres criaturas y por Europa en busca de
limosnas. Los sufrimientos de todo género y la
santidad
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