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Oratorio de San Francisco de Sales
Turín-Valdocco
He recibido el generoso donativo de mil
doscientas liras del señor conde de Viancino y
tres mil trescientas de la señora Condesa para la
compra de un terreno para el Oratorio de San Luis
en Puerta Nueva y les doy las debidas gracias. El
Señor recompense a los beneméritos donantes.
Turín, 29 de noviembre de 1869
Por don Bosco
PABLO ALBERA, Pbro.
En el terreno comprado debía levantarse una
nueva iglesia. Don Bosco había hablado con varios
distinguidos señores sobre la importancia y
necesidad de esta construcción. En la fiesta de la
Inmaculada, le entregó el barón Ricci el siguiente
certificado en papel sellado. Era el primer
donativo para la futura iglesia de San Juan
Evangelista, con la que don Bosco quería honrar el
nombre de Pío IX.
El que suscribe, a fin de facilitar la
construcción de una nueva iglesia, en las
cercanías del templo valdense, o cuando menos de
un oratorio público bajo la dirección del Rvdo.
don Bosco, se obliga por el presente documento a
entregarle la cantidad del uno por ciento sobre
los gastos habidos en la construcción de la
iglesia, incluído el precio del terreno adquirido.
Declara, sin embargo, que su oferta se limita a
1.000 (mil) liras. Si, por feliz acaso, se llegare
a una cantidad superior a las 100.000 (cien mil)
liras, limita a tal extremo su ayuda; pero la
reduce, si en la construcción de la iglesia se
empleara una cantidad menor.
((**It9.763**)) Los
pagos se efectuarán en tres plazos:
El primero apenas se empiecen las obras de la
construcción.
Los otros dos en años sucesivos, a pagar
anticipadamente.
Doy fe, firmando el presente documento.
Turín, 8 de diciembre de 1869
Vía Bogino N.° 12, 2.° -casa Fassati
El barón
FELICIANO RICCI DES FERRES
El mismo 8 de diciembre de 1869, abrióse en
Roma con esplendorosas ceremonias, en la Basílica
Vaticana, el vigésimo Concilio Ecuménico.
Intervinieron casi setecientos obispos de todas
partes del mundo. Sólo el gobierno ruso prohibió a
los obispos católicos ir a Roma. Puede cada cual
imaginar el efecto que debía producir el desfile
de la interminable procesión de sacerdotes,
superiores y generales de órdenes, prelados,
abades, obispos, patriarcas y miembros del Sacro
Colegio, a cuya cabeza estaba el Sumo Pontífice,
con la espléndida corte que acostumbraba tener
cuando aparecía con toda la magnificencia de
soberano. Después de celebrar la misa pontifical
en el lado del crucero, a la derecha de la
confesión de San Pedro y
(**Es9.681**))
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