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Tenga ahora la bondad de perdonar esta mi
humilde carta; he hablado con el lenguaje del
corazón. Por lo demás no dejaré de rezar, como lo
he hecho hasta ahora, por la conservación de su
preciosa salud, mientras tengo el alto honor de
profesarme,
De V. E. Rvma.
Turín, 6 de noviembre de 1869.
Su seguro servidor
JOSE CAGLIERO, Clér.
Estas dificultades y las repetidas lisonjas de
un porvenir ventajoso y honorífico no tardaron en
hacer más firme y resuelta ((**It9.752**)) la
voluntad del estupendo discípulo de don Bosco. En
efecto, superada toda incertidumbre, el 12 de
noviembre, hizo su profesión según las reglas de
la humilde y contrariada Pía Sociedad de San
Francisco de Sales.
A continuación, y por sugerencia de varios
miembros del Capítulo Superior de la Pía Sociedad,
el nuevo profeso fue destinado al día siguiente
por el Capítulo, en ausencia de don Bosco, a la
casa filial de Mirabello y el Obispo de Casale,
monseñor Ferré, que confería órdenes sagradas,
extra tempus, el día 14, conocedor como era del
espíritu de don Bosco y de la Pía Sociedad, que él
había aprobado como instituto diocesano, y de las
dificultades que se promovían contra el Siervo de
Dios y sus hijos, se alegró de conferir el
presbiterado al pobre diácono, sin dilación
alguna.
No tardó en llegar a oídos del Arzobispo la
noticia. Y escribió a don Bosco:
Curia Arzobispal de Turín
Turín,
26 de noviembre de 1869
Muy Rvdo. Señor:
Con gran sorpresa de mi parte he sabido que el
diácono José Cagliero, inscrito en la Congregación
Salesiana, erigida en esta ciudad y dirigida por
V. S. M. Rvda., ha sido ordenado sacerdote el 14
del corriente mes por el señor Obispo de Casale,
don Pedro María Ferré, sin yo saber nada.
V. S., y también el diácono Cagliero, estaban
bien informados de que yo conferiría órdenes en el
mes corriente. Ciertamente V. S. tiene, de acuerdo
con el Decreto de Obispos y Regulares del 1.° de
marzo de 1869, la facultad de conceder a sus
súbditos las cartas dimisorias para recibir la
tonsura y las órdenes menores y mayores, pero
éstas debe dirigirlas a mí, en calidad de Obispo
Diocesano, a menos que yo estuviese ausente, o no
quisiera tener ordenaciones.
Pero ahora, al haber hecho V. S. ordenar de
sacerdote a su súbdito el diácono
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