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El arzobispo monseñor Lavigerie había recogido
centenares de ellos, hasta comprándolos en los
mercados de esclavos y proveyendo a su cristiana
educación.
El mismo Prelado había propuesto a don Bosco
que aceptase ((**It9.735**)) en su
casa a algunos que hasta entonces habían resultado
rebeldes a toda suerte de educación. Don Bosco
accedió y Monseñor envió a Italia los dos
primeros. Aún no estaban bautizados. Uno se
llamaba Alí y el otro Carubí. Tenían doce años.
Desembarcaron en Génova el 7 de octubre. Les
acompañaron a la estación y se los encargaron al
jefe de tren. Al llegar a la estación de Turín se
encontraron solos, pero no se perdieron. Vestidos
con su uniforme nacional, el blanco manto flotando
el aire y el fez rojo con su borla azul turquí a
la cabeza, con su cara imperturbable repetían la
única palabra que sabían decir en italiano: -íDon
Bosco!
Y les indicaron la calle más derecha para ir al
Oratorio. En cada esquina repetían a cualquier
ciudadano: <<íDon Bosco!>>, hasta que llegaron al
Oratorio.
Terminaba precisamente don Bosco de comer,
cuando le presentaron los dos hijos del desierto.
Tomóles él cariñosamente de la mano, y con su
sonrisa, unas caricias y alguna palabra en
francés, trató de hacerles comprender que los
recibía con gusto y que sería su amigo. Y se los
entregó a un asistente, que sabía unas frases en
árabe por haber estado en Palestina, para que
atendiese a sus necesidades y procurara
instruirlos.
El 8 de octubre iba don Bosco a Villastellone,
según se desprende de esta carta de don Miguel Rúa
al teólogo Appendino:
Rvmo. señor Teólogo:
Hablé con don Bosco del encargo que me dio
ayer; y me dijo le presentara sus excusas por no
haber ido ahí; muy a pesar suyo hubo de privarse
de tal gusto por algunas incumbencias que se le
presentaron; pero que, como quod differtur non
aufertur (lo que se aplaza no se quita), me
encarga le notifique que irá a su casa el viernes,
8 del corriente, en el segundo tren. De este modo
podrán hablar sobre la comisión de Margarita Assom
y los demás asuntos y arreglar tantas otras cosas
para mayor gloria de Dios.
Su
atto. y s. s.
RUA,
Prefecto
Octubre 1869.
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