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su deudor y deudor insolvente. Cuente conmigo para
todo lo que pueda hacer en favor de usted, de la
casa, de la Congregación o de cualquiera de sus;
ruégole me considere siempre como su servidor,
amigo y hermano.
Como deuda de gratitud y de justicia, no dejaré
nunca de pedir al Señor por usted y por toda su
familia.
Espero de usted y de los suyos, y se lo pido a
título de caridad, algún memento y alguna
aplicación de la salve que se reza al final del
santo rosario.
Creo oportuno recordar aquí lo que, según su
encargo, me indicaba en su nombre el padre Vasco,
a saber, que usted deseaba que saliera sin que, ni
en casa ni fuera, se supiese la verdadera razón de
mi partida. Yo, contento de poderle demostrar de
algún modo mi agradecimiento, le diré que ni
siquiera mis más próximos parientes, como mi madre
y mis hermanos, saben nada y aquí lo hablé con
Buzzetti, a quien usted se lo dijo, y con don
Antonio Sala, que vi se había dado cuenta por mis
preparativos.
Esto para su norma y para justificar lo que
usted no creyó oportuno comunicarme directamente.
Encontrará tres cartas iguales que escribí con
el fin de disipar las habladurías, que personas
malévolas de fuera pudieran hacer, con perjuicio
para la casa o la Congregación, por mi marcha.
Usted puede darlas, retenerlas o anularlas, como
mejor le plazca o juzgue. Si en adelante
necesitare cualquier testimonio mío, cuente con mi
buena disposición, siempre que mis superiores me
lo permitan.
Siento muchísimo marcharme sin poder despedirme
y dar las gracias a cada uno de los que forman la
Congregación y la familia. Pero, dado que una
partida cal lada y secreta puede servir mejor a
sus planes, me someto gustoso a este verdadero
sacrificio y le ruego que cuando usted lo crea, dé
a conocer este mi deseo y mi pena, al menos a
quien después pueda manifestarlo a los demás.
((**It9.717**)) Le pido
perdón por las molestias y disgustos que le he
dado en todo momento y tiempo y le ruego perdone
el mal que de cualquier manera haya podido causar
a usted, a la Congregación, a la Casa o a los
hermanos con mi mal ejemplo, lo mismo de palabra
que con hechos.
Ruégole también perdone el bien que no he
hecho, con lo que pueda haber perjudicado a la
Casa.
Por fin, le ruego crea que salgo de esta casa
con el corazón totalmente pegado a ella, y, si
ello fuera posible, aún con más afecto que antes.
El Señor sabe las obligaciones de gratitud y
reconocimiento que me llevo para su persona y
familia; por lo cual, aunque me separo de su
obediencia, no por ello renuncio a librarme cuanto
antes y mejor pueda de las muchas deudas que a
usted me ligan. Quiera el Señor permitir que se me
presenten muchas y frecuentes ocasiones para ello.
Aunque de ahora en adelante no tengo ya derecho
a llamarme su hijo, seré siempre muy feliz, si me
cree, como me es grato repetirme ahora y siempre,
con la más sincera gratitud y respeto,
De usted, M. Rvdo. don Bosco,
Su seguro servidor
FEDERICO OREGLIA
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