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((**Es9.638**) santos no piensan sólo en ellos. íQué corazón más grande tiene don Bosco! No limita su pensamiento a su Congregación; le basta que se haga el bien, sea donde sea. Me hizo ver qué es lo que puede hacer un sacerdote, que vive fuera de la Congregación, me describió el amplio campo que fuera de ella existe por cultivar. Yo estaba decidido a marcharme y, aunque él no me ha dicho que me quede, ahora yo no quiero salir del Oratorio. Quiero esperar y ver si mi vocación puede ser la de quedarme aquí. Y estuvo todavía dos años en el Oratorio; después se fue a una parroquia como vicario. Don Julio Barberis escribía en su crónica: <>. Los que habían asistido a los ejercicios, volvieron todos a sus residencias, pero un dolor, con anticipación previsto, afligía aquellos días a don Bosco. El caballero Federico Oreglia di Santo Stefano, después de nueve años pasados en la Pía Sociedad, dejaba el Oratorio para entrar en la Compañía de Jesús. Conocido como salesiano en gran parte de Italia, apreciado por muchísimas familias de la Península, trabajador incansable en las obras de don Bosco, religioso edificante por su fidelidad en el cumplimiento de sus deberes, podía despertar con su salida asombro y habladurías en el mundo, y una desagradable impresión en el Oratorio. El Caballero escribía humildemente a don Bosco. V.J.M.J. Turín, 19 de septiembre de 1869 Muy reverendo don Bosco: Dentro de esta semana he de partir definitivamente para mi nuevo destino: si es ilusión, o si es verdad, creo que debo ((**It9.716**)) al menos probarlo. Usted que creyó no podía aprobar mi decisión, al menos tendrá que perdonarla y considerarla simplemente como un acto que yo cumplo para tranquilidad y descanso de mi conciencia. Me voy del Oratorio, donde he gozado, durante más de nueve años, de su afecto y confianza, por lo que puede estar bien seguro que siento toda la amargura de la separación. No me avergüenzo de decir, y me honraré repitiéndolo siempre, que durante nueve años he comido el pan de su caridad; que es muy poco lo que he hecho para corresponder a su gran bondad conmigo. Nunca fue por falta de voluntad. Al dejar esa casa me voy con el peso, siempre dulcísimo, de mis infinitas obligaciones con usted y con todos los que fueron mis superiores y compañeros. Ya que no puedo de otro modo ayudarle, al menos me será grato reconocerme y manifestarme (**Es9.638**))
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