((**Es9.636**)
No hay que amar por fines humanos a las
criaturas, a los amigos, a los parientes, a los
superiores, a los compañeros, sino a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo por amor de Dios. Qui
manet in charitate, in Deo manet et Deus in eo
(Quien permanece en el amor, permanece en Dios y
Dios en él) (I Juan IV, 16) Si Dios está con
nosotros lo podemos todo. Omnia possum in eo qui
me confortat (Todo lo puedo en Aquel que me
conforta) (Filp IV, 13).
Trabajad con fe, esperanza y caridad.
Trabajad con fe aspirando al premio que nos
aguarda en el cielo. No hagamos las cosas para que
el superior nos diga íbravo íbien!, o para ser
aplaudidos por los que nos conocen. No, no
trabajemos por estas mezquindades, sino para
agradar al Señor.
((**It9.713**))
Trabajad con esperanza. Cuando estemos cansados,
atribulados, levantemos los ojos al cielo; nos
espera una gran merced en la vida, en la muerte,
en la eternidad; allá nos espera el premio.
Hagamos como aquel solitario que se animaba
contemplando un trocito de cielo a través de las
rendijas de su estrecha y oscura cueva. Qui
confidit in illo, non minorabitur (El que tiene
confianza en el Señor, no sufre daño) (Ecl XXXII,
24).
Trabajad por amor a Dios. Sólo El es digno de
ser amado y servido, verdadero remunerador de lo
más insignificante que hagamos por él. El nos ama,
como un padre afectuosísimo. Charitate perpetua
dilexi te... (Con amor eterno te quise).
También es un deber nuestro emplear modos
caritativos con los inferiores y ayudarlos. No
decir nunca con aire autoritario: Haz esto, haz
eso, sino usar modos corteses, suaves, amables. No
decir jamás a un coadjutor o a un empleado, cuando
sucede alguna protesta, y es algo que me desagrada
mucho:
-Basta, obedece; >>quién eres tú? Un simple
criado.
En nuestra casa no hay ningún criado. Todos
somos iguales ante el Señor. Jesús mismo no quiso
que le llamaran señor, sino padre, maestro, y
siempre repetía que había venido a la tierra para
servir y no para ser servido. Es tan señor, en
nuestra Comunidad, el Superior, como el último
barrendero...
El Superior debe estudiar la índole de sus
subordinados, su carácter, sus inclinaciones, sus
habilidades, su modo de pensar, para saber mandar,
de forma que resulte fácil la obediencia,
recordando que no sabe mandar quien no sabe
obedecer. No debe mandar nunca cosas demasiado
difíciles o que repugnen...
Si para atraer a uno al bien o para ganar una
alma, sirviese una estampa, un folleto, un libro,
etc. regálese con gusto; mas no para otro fin...
Es también misión nuestra difundir buenos
libros. Hagamos lo posible por realizarlo en los
lugares y en el momento oportuno.
Paciencia para aguantar los defectos ajenos,
como dice san Pablo: Alter alterius onera portate
(Lleve uno el peso del otro). Procuremos querernos
como hermanos, ayudarnos, compadecernos, defender
el honor ajeno, sin ásperas riñas o burlas, sino
avisándonos caritativamente. Desterremos toda
palabra grosera, tratémonos siempre con buen
talante, cortésmente y con caridad.
Caridad con los superiores, soportando sus
defectos... Practiquemos lo que decimos a los
demás. Seamos celosos cumplidores de las reglas,
aun de las más pequeñas y especialmente de los
votos.
Un espectáculo lastimoso es ver a tantos
muchachos en el mundo, que necesitarían educación
e instrucción y nadie piensa en ellos. A veces,
hasta en medio de los que se reúnen en un
Oratorio, hay sacerdotes, clérigos, que parece no
se preocupan más que de divertirse ellos mismos y
no piensan en dar instrucción religiosa a los que
la misericordia de Dios les ha encomendado.
(**Es9.636**))
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