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porque uno resulta más débil, cuanto más fuerte se
hace el enemigo.
Rechazad enseguida el asalto alejándoos del
peligro, pero enseguida, enseguida, porque en las
cuestiones contra la modestia, si consentís, no
hay parvedad de materia. Hay que suspender, por el
momento, hasta la lectura de un libro bueno, si
nos impresiona demasiado una descripción.
Cuando vemos una litografía, un cuadro, una
figura que nos perturba, aunque no sea mala, un
muchacho o una muchacha que no van vestidos muy
decentemente, hagamos enseguida una mortificación
volviendo la vista a otra parte. Recordemos que
qui spernit modica paulatim decidet (quien
desprecia lo pequeño, poco a poco caerá); y que
qui amat Deum, nihil negligit (quien ama a Dios,
no descuida nada). Y entre tanto, respetarnos
mucho a nosotros mismos, caminar modestamente por
las calles, sentarse, conversar, bromear,
divertirse, etcétera, de modo que en nuestra
compostura se refleje la bella virtud.
Pongamos, pues, en práctica todos los medios
para vencer, más aún, para prevenir las
tentaciones.
No acostarse después de comer. A la hora del
descanso, acostarse con las manos sobre el pecho.
Rezar hasta dormirse y, si durante la noche nos
despertamos, volver a rezar; decir jaculatorias,
besar el escapulario, el crucifijo o la medalla
que se lleva al pecho. Tener en la celda agua
bendita; hacer la señal de la cruz con fe.
Si cumplimos estos avisos, también nosotros
podremos cantar, como esperamos, el himno que
cantan los que vestidos de blanca túnica sequuntur
Agnum quocumque ierit (siguen al Cordero adonde
vaya). Honrad los sábados a la Vi rgen con alguna
práctica de piedad; inculcádselo a los jóvenes,
pero empezad vosotros dando ejemplo.
Todas las noches, después de las oraciones,
decía don Bosco unas palabritas a los
ejercitantes, en la capilla. Fue ésta su costumbre
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mientras pudo. He aquí el resumen de lo que dijo
aquel año.
13 de septiembre. -Hemos aludido a las señales
de la vocación religiosa. Para nosotros y para la
vida salesiana añadiré otras dos de suma
importancia: estar a gusto con los muchachos;
desear trabajar para que abracen el estado
eclesiástico.
14 de septiembre. -Detestar el mal hecho en el
pasado, corregir el presente: tener disgusto por
el bien abandonado, proponerse firmemente cooperar
con cualquier sacrificio a la salvación del
prójimo.
15 de septiembre. -Avisó a los que estuvieran
decididos a emitir los votos que dieran su nombre
a don Miguel Rúa o a don Juan Cagliero; y exhortó
a todos a que hicieran testamento.
16 de septiembre. -Hicieron los votos perpetuos
cuatro socios. Entre ellos: don Angel Savio y don
Julio Barberis. Cinco más emitieron los votos
trienales.
Por la noche dijo don Bosco que, por motivos
urgentes de familia, o por grave enfermedad de
algún pariente, se podía y se debía permitir a
algunos miembros de la Pía Sociedad que fueran a
su pueblo,
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