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-Bueno, señor Marqués, >>no es verdad que don
Bosco acierta hasta cuando yerra?
-No sé qué decir, concluyó el Marqués; tiene
usted razón.
Entre tanto se cumplía la predicción hecha por
don Bosco en Lanzo a fines de 1868. Había dicho
que aquel curso moriría uno, que pertenecía a la
clase segunda elemental, cuyo apellido empezaba
por uve (V). Era ya el mes de julio de 1869 y no
había muerto nadie en el colegio. Cuando he aquí
que el muchacho Ulderico Valagossa, robusto y
sanísimo, alumno de la segunda elemental, cayó
gravemente enfermo. Un mes duró la enfermedad, y
el abogado Luis Andreis, que conocía la
predicción, se informaba curiosamente de la
enfermedad, y repetía a quien le manifestaba la
esperanza de que el chico curaría:
-Valagossa morirá: lo dijo don Bosco.
El muchacho empezó a convalecer; tanto, que el
padre, que había ido a visitarlo, como le encontró
ya curado y jugando ((**It9.694**)) con los
demás, no quiso llevárselo a casa. Pero he aquí
que, al cabo de una semana, recayó y murió.
-íDon Bosco lo había predicho!, exclamó el
abogado y con él todo el colegio.
Valagossa murió un domingo, tras ocho días de
agonía. Mientras se cantaban las vísperas en la
iglesia del colegio, resonaban por doquiera las
consoladoras palabras: Et misericordia ejus, a
progenie in progenie, timentibus eum (Y su
misericordia llega a sus fieles de generación en
generación). Era un muchacho estupendo.
En los registros del Ayuntamiento de Lanzo se
lee: Ulderico Valagossa murió en Lanzo el 22 de
agosto a las cuatro de la tarde de 1869. Tenía
once años. Había nacido en Biassono (Monza), de
Félix Valagossa y Francisca Bismara.
El mismo mes llegaban al Oratorio las noticias
de la muerte del cuarto y del quinto de los seis
predichos por don Bosco. Se lee en los Registros:
Fernando Boggiatto, hijo de José, natural de
Testona, estudiante de 2.° de bachillerato, murió
en su propia casa en julio de 1869.
El clérigo Carlos Giacchetti, hijo de Lorenzo,
natural de Lessone, estudiante de 1.° de Teología,
salió del Oratorio el 17 de julio de 1869, et
requievit in Domino (y descansó en el Señor).
Las Lecturas Católicas traían a la mente de los
jovencitos el recuerdo de la otra vida con el
número de septiembre y octubre: El mes de
noviembre santificado, o sea, la devoción a las
almas del purgatorio,
(**Es9.618**))
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