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((**Es9.582**) -Sería una hipocresía, pues yo no creo en Dios, ni en la Virgen, ni en la oración, ni en los milagros. El Venerable quedó un poco espantado ante aquel acto de incredulidad y después, con la ayuda divina, encontró palabras tan penetrantes, que el médico se arrodilló y se santiguó. -Me extraña, dijo, saber hacer todavía la señal de la cruz; hace cuarenta años que no me había santiguado. Rezó, se confesó y, cuando se levantó, dijo que se sentía cambiado interiormente y lleno de una alegría como no se hubiera esperado. También recuperó su salud externa y no tuvo que lamentar ni un solo ataque de su mal, de modo que pudo volver con frecuencia a dar gracias a María Auxiliadora, que le había sanado de alma y cuerpo. Acabadas las fiestas de María Auxiliadora, el día 30 de mayo debía celebrarse en el colegio de Lanzo la solemnidad de su patrono, san Felipe Neri. La iglesia y el patio estaban engalanados espléndidamente a la espera de don Bosco, que debía ((**It9.652**)) llegar el día 29 por la mañana. Por la tarde llegarían también los cantores del Oratorio y la banda de música. Los alumnos de Lanzo les esperaban con entusiasmo indescriptible. Pero no todos, con harta pena, podían participar de la común alegría. Siete alumnos estaban enfermos con viruelas; empezaba la erupción de pústulas en algunos y en otros ya estaban desarrolladas. Uno de ellos se acercó imprudentemente al balcón, a pleno aire, cuando las pústulas aún no estaban maduras, se desvaneció la erupción y a fuerza de sudoríferos se iba logrando hacerlas reaparecer. Los enfermos, por orden del doctor Magnetti, estaban separados de los compañeros, en una habitación caliente, cuya puerta y ventanas se cerraban, además, con doble cortina. Pero los enfermos, impacientes con el encierro, habían trazado un plan: -Don Bosco viene; ínos bendice, nos curamos y disfrutaremos de la fiesta! Y sin más, llamaron al Director y le pidieron que acompañara a don Bosco hasta su habitación, apenas llegara. Mientras tanto hicieron que trajeran su ropa al pie de la cama. Llegó don Bosco. Todos los alumnos salieron a su encuentro aclamándolo. El Director tardó una media hora en poder llevarlo hasta la enfermería. Los enfermos enviaron un recado con urgente insistencia. Don Bosco fue a visitarlos; y ellos, tan pronto como le vieron, gritaron a una voz. -íDon Bosco! Bendíganos, cúrenos. (**Es9.582**))
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