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<>De haberme quedado allí, hubiera podido
contemplar el hecho prodigioso que aconteció con
todas sus circunstancias; pero me lo contaron todo
unos instantes después los muchachos que
estuvieron presentes.
>>Bajó don Bosco a la sacristía, y aquella
anciana, que era tía de la niña, le presentó a la
pobre ciega para que la bendijera.
>>->>Cuánto tiempo hace que tienes malos los
ojos?, preguntó a la niña.
>>-Hace mucho que sufro, pero que no veo hará
unos dos años.
>>->>Habéis consultado a los médicos? >>Qué
dicen? >>Has usado los remedios que te han
mandado?
>>->>Remedios? Imagínese, respondió la tía, si
habremos ((**It9.646**))
empleado remedios. Pero ninguno ha sido eficaz.
Dicen los médicos que los ojos están destrozados y
no dan ninguna esperanza.
>>La pobrecita niña lloraba y don Bosco le
dijo:
>>->>Distingues los objetos grandes de los
pequeños?
>>-No distingo nada, absolutamente nada,
contestó María.
>>-Quitadle esa venda, dijo el Siervo de Dios.
>>Hizo que llevaran a la niña junto a una
ventana muy iluminada y le preguntó:
>>->>Ves la luz de esa ventana?
>>-íPobre de mí! íNo veo nada!
>>->>Quieres ver?
>>->>Ver? Lo deseo más que nada de este
mundo... íQué triste es mi suerte!
>>Y sollozaba.
>>->>Te servirás de los ojos para bien del alma
y no para ofender a Dios?
>>-Se lo prometo con todo mi corazón.
>>-Tú volverás a ver.
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