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por mí, de la próvida mano del Señor, que parece
haberse tomado cuidado especialísimo por mí,
aunque siempre tan indigno, desde el día en que
conocí esta amada Sociedad; desde entonces la
quise y no he cesado ni un instante de estar
contentísimo de mi estado y de los votos perpetuos
que he hecho. Son tantas y tan grandes las pruebas
de afecto y del cuidado que de continuo se toma
usted por mí, que no puedo expresarle
suficientemente con palabras, el deber que siento
de agradecérselo y las obligaciones que he
contraído con usted. íCuántos bienes espirituales
y corporales he experimentado yo en esta sociedad
que ciertamente no habría tenido jamás en otra
parte!
Pero en esta ocasión acabo de compartir otra
prueba todavía mayor de su gran solicitud
paternal. Quién sabe los peligros de alma y cuerpo
a los que yo estaría expuesto con el servicio
militar por tan rigurosa ley. Pero el Señor sabrá
sacar mucho bien de tanto mal para la Sociedad y
para toda la Iglesia; yo así lo espero.
Ya me había prometido usted muchas veces
librarme del servicio militar a toda costa: por
eso yo, apoyándome totalmente en su palabra, no me
preocupé lo más mínimo con la noticia de esa ley
en cuanto a mí; pero, reflexionando en el gran
beneficio que se me hacía, me sentí obligado a
manifestarle mis más vivos sentimientos de
gratitud y ((**It9.640**))
reconocimiento. Quiera Dios que esto me mantenga
cada vez más ligado con mi amor a la Sociedad y a
mis superiores y que nunca, en lo sucesivo, pueda
llegar a ser mínimamente ingrato.
íY de cuántas gracias no soy deudor a mi Señor!
>>Cómo agradecerle dignamente tan singular y
afectuosa protección?
Ayúdeme usted mismo y concédame el Señor, al
fin y pronto, el paraíso, para prorrogar allí mi
agradecimiento por toda la eternidad.
Don Bosco, soy todo suyo por tantas y tan
grandes atenciones; y lo era antes, pero ahora lo
soy doblemente. Disponga de mí a su gusto, quiero
ser como una pelota en su mano, emplee mis débiles
fuerzas donde mejor le parezca, si entiende que
puedo ser útil en algo a la Sociedad o a las almas
redimidas con la Sangre preciosísima del divino
Salvador. Disculpe mi expresión, pero acepte los
más vivos sentimientos del amor, el reconocimiento
y la gratitud que le tengo. Le deseo de todo
corazón unas buenas fiestas de María Auxiliadora
y, ya que no puedo estar presente en tan gran
solemnidad, me encomiendo mucho a sus oraciones.
Concédame, querido don Bosco, su paternal
bendición, mientras beso reverentemente su mano y
tengo la gran satisfacción de profesarme siempre,
Lanzo Torinese, 29 de mayo de 1869.
Su
afmo. hijo espiritual
JOS>> DAGHERO, Clér.
La verdad es que aquella ley no alcanzó por
entonces y durante varios años más, a ningún
salesiano. La protección de la Santísima Virgen,
la caridad incansable de don Bosco, la generosidad
y la habilidad de los bienhechores supieron
realizar prodigios de salvación. Mientras se
permitió, se pagó el rescate a todos.
Don Bosco no había abandonado entretanto el
plan de obtener del Gobierno la iglesia del Santo
Sudario en Roma y pedía informes y consejos a los
amigos de Florencia, rogándoles se interesasen
eficazmente ante el Ministerio.
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