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el primer puesto en mi memoria, si no te pongo
siempre en el principio de mis cantos de
alegría>>.
Su seguro servidor
JUAN BONETTl, Pbro.
Los protestantes se habían instalado en Pietra
Marazzi hacía varios años. El Pastor respondió muy
difusamente a Bonetti, y éste replicó:
Muy apreciado Señor:
Las muchas ocupaciones que me han tenido sujeto
durante los días pasados, ocasionaron el retraso
del debido encuentro, tanto más que hube de leer
atentamente su respetable cuaderno. Yo pensaba
hallar en él una respuesta clara a mis preguntas,
pero usted presenta cuestiones que no tienen nada
que ver con las nuestras. Sin embargo yo no quiero
detenerme en la cuestión literaria, señalando los
errores gramaticales de su escrito, ni tampoco
emplear palabras vulgares para responder a las
calumniosas expresiones en él usadas; dejemos
aparte ruindades e insultos y contésteme
claramente a las preguntas ya formuladas:
1.° >>De qué Biblia pretende servirse? Dice
usted que Diodati hizo su traducción sobre el
texto original griego y hebreo. Pero >>quién le
asegura que Juan Diodati ha sido fiel en su
traducción? ((**It9.633**)) Y
cuando pueda asegurarlo, >>quién le garantiza que
el Evangelio de San Lucas, San Mateo y otros no
son obra de Tito Livio, de Salustio, de Séneca, de
Flavio Josefo, de Filón Hebreo o de otro escritor
antiguo?
Me indica que lea un autor católico, pero, si
usted admite la creencia de estos autores, toda
cuestión queda resuelta, puesto que usted, Dios lo
quiera, vuelve al Catolicismo.
Por tanto, si usted desea ser consecuente con
usted mismo, debe seguir los principios
protestantes y atenerse sólo a la Biblia.
2.° Resuelto este primer punto, podemos pasar a
otro, expresado así:
>>Cree usted que un buen católico se puede
salvar en la propia religión? Los antiguos
pastores valdenses Maston y Malones, el moderno
Amadeo Bert, los anglicanos Milnes, Vatson y
Gatzan dicen que sí.
Si usted es del mismo parecer que ellos, yo no
añado más que las palabras de Enrique IV rey de
Francia.
Este monarca, invitado por un congreso de
pastores protestantes a seguir su secta, les hizo
esta pregunta:
->>Creéis que los católicos se pueden salvar en
su religión?
-Sí, respondieron.
Repuso cuerdamente el Rey:
-Si el católico puede salvarse en su religión,
>>por qué la habéis abandonado vosotros? Vosotros
decís que el católico puede salvarse en su
religión; los católicos, por el contrario,
aseguran que los protestantes están fuera de la
verdadera fe; por consiguiente es razonable que yo
siga la religión en la que, por consenso de
católicos y protestantes, puedo salvarme.
Resueltas estas dos preguntas pasaremos a otras
no menos importantes. Pero es preciso que seamos
claros, positivos y que no pasemos a una nueva
cuestión hasta que esté agotada la primera y que
las partes hayan convenido en ella. Créame, señor,
(**Es9.566**))
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