((**Es9.534**)
Leemos en nuestra memorias:
<((**It9.594**)) vi por
una parte y por otra a algunos jóvenes que
llevaban al cuello una cuerda que les apretaba la
garganta.
->>Por qué tenéis esa cuerda al cuello?
Quitáosla, les dije.
Pero no me respondían y se quedaban mirándome
con fijeza.
-Vamos, repetí a alguno; quítate esa cuerda.
El joven, al cual yo había dado esta orden, se
avino a ello, pero me dijo:
-No me la puedo quitar; hay uno detrás que la
sujeta. Venga a ver.
Volví entonces la mirada con mayor atención
hacia aquella multitud de muchachos y me pareció
ver sobresalir por detrás de las espaldas de
muchos de ellos dos larguísimos cuernos. Me
acerqué un poco más para ver mejor, y, dando la
vuelta por detrás del que tenía más cerca, vi un
horrible animal, de hocico monstruoso, forma de
gatazo y largos cuernos, que apretaba aquel lazo.
La bestia aquella bajaba el hocico, lo escondía
entre las patas delanteras, y se encogía como para
que no le viesen. Yo me dirigí a aquel joven
víctima del monstruo y a algunos otros
preguntándoles sus nombres, pero no me quisieron
responder; al preguntarle a aquel feo animal se
encogió aún más. Entonces dije a un joven:
-Mira, ve a la sacristía y dile al P. Merlone
que te dé el acetre del agua bendita.
El muchacho volvió pronto con lo que yo le
había pedido, pero entretanto yo había descubierto
que cada uno de los jóvenes tenía a sus espaldas
un servidor tan poco agraciado como el primero y
que, éste, también se agazapaba.
Yo temía estar aún dormido. Tomé entonces el
hisopo y pregunté a uno de aquellos gatazos:
-Dime: >>quién eres?
El animal, que no dejaba de mirarme, alargó el
hocico, sacó la lengua y después se puso a
rechinar los dientes como en actitud de arrojarse
sobre mí.
-Dime inmediatamente qué es lo que haces aquí
íbestia horrible! Ya puedes enfurecerte
(**Es9.534**))
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