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((**Es9.513**) En el Oratorio parece que todos se hayan vuelto locos. Uno canta, otro toca, aquél grita, todos están tan alegres que no caben en el pellejo. Ni siquiera las campanas están quietas un momento, por lo que obligamos a los vecinos a alegrarse con nosotros. Don Bosco ha llegado y por tanto no es ((**It9.568**)) posible tener quietos a los chicos, ni tampoco a los grandes. Poco puedo contarle detalladamente, usted comprende lo que pueden hacer novecientos muchachos cuando están contentos. Si estuviese aquí, quedaría aturdida para un mes. Gracias a Dios, don Bosco se encuentra bien y está alegre y contento... Ya me ha hablado de usted... y espero haya quedado satisfecha de don Bosco, aunque, por cierto, él no pudo hacer ni la milésima parte de cuanto usted hace por nosotros... Pero ahora se trata de asuntos grandes. Es verdaderamente necesario que logre vender muchos libros, para procurarnos los medios con qué construir la casa en Roma... También don Bosco escribía días después a la misma religiosa: Benemérita señora Presidenta: Aunque el caballero Oreglia y otros la escriban de vez en cuando en mi nombre, creo que es mi deber manifestarle hoy al menos mis pensamientos de gratitud. Por tanto le agradezco, y en su persona a todas sus hijas religiosas, la bondad y la caridad con que me ha tratado durante mi estancia en Roma y en tantas otras ocasiones. Quiero encomendar todos los días en la santa misa a usted y a todas sus hijas, para que Dios les conceda el céntuplo de cuanto hacen por estos pobres muchachos; la Santísima Virgen pagará a todas su parte. No pude hablar con el padre Ambrosio antes de salir de Roma, pero no ha pasado ningún día sin encomendarlo al Señor y hacer particulares oraciones por él. El caballero Oreglia sale para Roma la semana próxima y asistirá a la misa cincuentenaria del Padre Santo. El le contará muchas cosas. El y don Juan Bautista Francesia le saludan por mi medio. Si ve a la señora Merolli salúdela atentamente de mi parte y dígale que encomiendo a usted y a las personas que vi en su casa a las oraciones que se hacen cada día ante el altar de María Auxiliadora. Si, en fin, viera a la princesa Orsini, ruégole le diga que, en nombre de María Auxiliadora, se acuerde de mi encargo. Mi felicitación de pascuas para las marquesas Villarios, Vitelleschi, Calderari, etc. Dios nos conserve a todos el don de la perseverancia. Así sea. Turín, 25 de marzo de 1869. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. (**Es9.513**))
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