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enseguida he puesto una intención particular a fin
de que el padrenuestro, que nuestros muchachos
rezan cada tarde antes de la bendición con el
Santísimo Sacramento, sea según la intención que
me indica; es decir, para que Dios ayude a la
señora Duquesa en el estado interesante en que se
encuentra. Fe, serenidad y no teman nada.
Necesitaría ahora que entre usted y la señora
Duquesa hiciesen un milagro, pero un milagro
grande. De acuerdo con el Padre Santo, se juzgó
conveniente la compra de la iglesia de San Cayo,
llamada de las Barberinas, con el local anejo. En
ella podremos hacer o, lo que es lo mismo, iniciar
una casa, enseñar catecismo y dar clase a los
muchachos pobres del Quirinal a la Trinidad de los
Montes.
Mas, para firmar la escritura, se requiere la
pequeña cantidad de cincuenta mil liras. No digo
que la prepare toda usted o su señora esposa,
porque ya tengo algo. Ingéniese para buscarme, al
menos, una partecita y así el año del Concilio
Ecuménico sería señalado, entre otras cosas, por
la fundación de una casa nuestra en Roma. Hará
este milagro, >>verdad?
Que Dios bendiga a usted, a la señora Duquesa y
a toda su respetable familia. Encomendándome a la
caridad de sus santas oraciones, me profeso de V.
S.
Roma, 15 de febrero del 69.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Roma,
20 de febrero del 69
Muy apreciado señor Duque:
V. E. mandó aquí para obtener de mí una
respuesta, que pensaba haber hecho ya, el recibo
de cien liras, que usted ofrecía para que se
rezase de modo particular a la Santísima Virgen
por la señora Duquesa, su esposa. Su voluntad fue
fielmente cumplida y, en mi poquedad, continúo
teniendo todos los días un memento especial en la
santa misa.
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Experimento gran pena por las angustias que sufre
su señora, pero tengo plena confianza de que
solamente será ejercicio de paciencia y que no
habrá malas consecuencias.
Que Dios bendiga a usted y a toda su familia, y
créame con gratitud.
De V.E.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. >>Se cumple el milagro para la casa de
San Cayo?
Al transcribir estas páginas pensamos... en el
gran tesoro de cartas y memorias que queda
escondido, porque estamos seguros de que son
muchas las casas señoriales, no sólo en Roma, sino
en otras ciudades de Italia, Francia y España, que
mantuvieron correspondencia con nuestro Fundador,
recibieron sus visitas y tuvieron también la
suerte de hospedarle.
(**Es9.501**))
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