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Hoy 12 de enero, sábado, viene don Juan Bosco a
celebrar la santa misa 1, después de la cual habla
sobre el sacrificio de la misa y de Jesús
Sacramentado; luego sube y desayuna con nosotros.
Bendice a los cinco niños, habla a Hugo 2 de su
primera comunión. Luis se impresiona con su buen
carácter. Yo le entrego, por encargo de Papá 3, un
paquetito de billetes, sobre el que él había
escrito a don Bosco, p. g. r. (por gracia
recibida) y don Bosco, que quizás había olvidado
lo que escribió y la promesa hecha, me dijo tener
interés particular por aquellas tres cartas.
He aquí el motivo de esta limosna. En el mes de
mayo, cuando el caballero Oreglia estuvo aquí,
Papá andaba muy preocupado con Pablo. Me encargó
escribir que, si se concertaba un buen matrimonio,
él daría, en seis meses, mil liras para la obra de
don Bosco.
Sabemos ahora que, al cabo de seis meses y
pocos días, no sólo estaba concertado el
matrimonio, sino cumplido 4.
16 -Me confieso con don Bosco.
El 17 viene a verme el príncipe Pignatelli y me
pide en ((**It9.549**)) nombre
del Rey 5 que prepare una cita para él. Escribo
con este fin a don Bosco.
El 18 otra petición de la Duquesa de San
Cesario con el mismo fin 6.
Y he aquí ahora el manuscrito del Príncipe:
Sábado, 11 de mayo de 1867
El 12 de enero de este año vino don Bosco a
celebrar la misa en la capilla de la Villa.
Distribuyó algunas comuniones y, acabada la misa,
a ruegos de don César 7 volvió a subir al altar
para dirigirnos unas palabras. Considerando que
los sacerdotes tienen que celebrar la santa misa
con verdadero espíritu, nos exhortó a todos a
acostumbrarnos a oír la misa diariamente, después
nos inculcó la hermosa devoción de orar ante el
Santísimo Sacramento con gran fervor, puesto que
debemos pedir a Jesús todas las gracias y
ofrecerle todas nuestras inquietudes, orar por el
Papa y por la extirpación de las herejías que
invaden hoy nuestra Italia. Lleno de fervor añadió
después: <>.
Subió al salón, habló uno a uno con todos
nosotros; hizo a todos alguna advertencia y habló
también con Bertelli 8, todavía convaleciente.
También a mí me llegó el turno y comencé por
recomendarle a P... y su pronta conversión. Por
eso, yo le prometí un donativo para su iglesia y
él me prometió que le escribiría apenas llegase a
Turín, encomendándole a sus muchachos y a su
iglesia. Le hablé de mí y de mi poco fervor y me
dijo que estuviera tranquilo... Fui luego a
confesarme con él y quise hacer confesión general.
Me acusé de mis faltas, y me
1 Teníamos, por gracia singularísima, permiso
para conservar el Santísimo Sacramento en nuestra
capilla de Villa Ludovisi.
2 El mayor, que aún no había cumplido once
años.
3 Príncipe M. A. Borghese.
4 Y se alcanzó el deseo y continúa feliz.
5 Francisco II de Nápoles, con quien teníamos
mucho trato.
6 Era, ya entonces entrada en años, Dama de la
corte de la reina Sofía, esposa del Rey.
7 Don César Calandrelli, preceptor de nuestros
hijos.
8 Doméstico.
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