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bondad de sus bromas. Hubo quien tuvo la paciencia
de escucharle desde las once de la mañana hasta
medianoche. En Turín no se hablaba más que de la
feria de don Bosco, por lo que algunos que no le
conocen más que de nombre, pensaban que era él
quien hacía de Gianduya. Bien puede decirse que
siempre queda un san Antonio de esta suerte. La
verdad es que el Gianduya de don Bosco ha marcado
época, ha predicado la moral en día de impiedad y
ha enseñado que se puede estar alegres sin ofender
al Señor. Vino a nuestra feria hasta el Príncipe
Amadeo, que oyó la música y dejó cien liras para
la casa...
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