((**Es9.48**)((**It9.39**)) Perdone,
querido don Bosco, si le he hecho perder demasiado
tiempo; es muy grande el deseo de obtener las
referidas gracias. Las espero de su dulce corazón
y, con esta esperanza, beso su mano con filial
afecto.
Su
seguro servidor
CARONES, clérigo.
Cesó la nevada y quedaron practicables las
calles. Don Bosco fue al colegio de Valsálice para
visitar a un hijo de la condesa Callori, que
estudiaba allí. Después escribió a la madre, que
pasaba parte del invierno en su palacio de Casale,
comunicándole otras noticias importantes y
diciéndole las causas que retrasaban la
publicación del libro El católico instruido en las
prácticas de piedad.
Benemérita señora Condesa:
Infinitas cosas a decir y sin escribir: la
costumbre de uno. Pero ahora vamos a tomar las
cosas una por una; lo hago tras haber estado unas
semanas flojo de salud. Esto se lo digo sólo a
usted, como madre, porque los de casa no saben
nada, pues de otro modo estarían inquietos. Ahora
marcho bien.
He estado dos veces en Valsálice; siempre con
poca fortuna. La primera no había nadie, porque
era tiempo de paseo. Fui otra vez, a distinta
hora, y aquel día hubo también cambio en la hora
de paseo. Sin embargo, he podido hablar con
Manuel, a quien he encontrado bien de salud, pero
no con la acostumbrada tranquilidad. Quería volver
después para hablar largo y tendido, mas no he
podido. Ahora, si usted llevara a cabo lo que
indicó por medio de la marquesa Fassati, bien; de
otro modo iré, y ahora, teniendo hora y día fijo
para hablar, estoy seguro de no hacer el viaje en
vano. Dígame, si puede, una palabra en este
sentido.
El famoso libro ha dormido largo rato. Monseñor
Gastaldi, que es el censor eclesiástico encargado,
olvidó el original en Turín y por ello no se nos
entregó hasta primeros de este mes. Ahora se
trabaja a toda prisa y espero que ganaremos parte
del tiempo perdido.
Le diré que el libro llegará a las ochocientas
páginas y, si aún se añade la vida de los
principales santos, alcanzaremos las novecientas:
demasiado voluminoso. Por tanto, sería del parecer
de omitir las vidas de estos santos, que tal vez
podrían imprimirse después aparte, y las vísperas
y otras cositas a añadir, imprimirlas con
caracteres más pequeños con lo que nuestro libro
se reduciría a unas setecientas cincuenta páginas.
Piénselo usted, y yo haré lo que diga la mamá.
((**It9.40**)) El
pensamiento de un colegio, cuya necesidad tan
gravemente se deja sentir, tenemos que abandonarlo
por este año.
Hemos de hacer grandes esfuerzos para ir
adelante en estos años tan difíciles. El año
pasado por estos días se pagaba el pan a
veintiséis céntimos el kilogramo; ahora ha subido
a cincuenta, así que don Miguel Rúa tiene que
pensar cada mes en nueve mil liras en vez de cinco
mil. Aún más, Lanzo y Mirabello no alcanzan con
las pensiones. Y aquí tenemos la mitad de los
jóvenes vestidos todavía de verano.
Esto obliga a suspender todo gasto nuevo.
Por esto, cuanto usted pueda hacer según su
caridad, hágalo para ayudarnos a seguir adelante
este año, con la esperanza de tiempos mejores para
otras empresas.(**Es9.48**))
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