((**Es9.470**)
que había modificado ligeramente, dispuesto a
someterse al juicio de Su Santidad. Y declaró la
imposibilidad de actuar durante varios años sobre
algunas, singularmente las referentes a la
hacienda material, porque la Sociedad no poseía
rentas de calidad y vivía con las limosnas de los
fieles.
((**It9.517**)) Pío IX
examinó sus razones, convino confidencialmente con
ciertas disposiciones que se hubieran podido
suavizar, y le enseñó la manera de regularse para
poder obrar en conciencia, si llegara el caso.
En lo referente a las dimisorias, demostró don
Bosco que era inútil pedir a los obispos las
testimoniales de los jovencitos internados en sus
casas antes de los catorce años, puesto que los
prelados ignoraban totalmente su condición y
conducta y no podrían recibir más informes que los
de él y de los suyos, que son quienes los tienen a
la vista por lo menos desde hace cuatro o cinco
años. El Papa acogió favorablemente estas
observaciones y aprobó que esos jóvenes ingresaran
en la Congregación sin testimoniales y, por
consiguiente, fueran admitidos a las órdenes
sagradas. Añadió también que no tenía dificultad
en darle por escrito su parecer, para que tuviera
un documento con que justificar la cuestión ante
la Sagrada Congregación.
En cuanto a las dimisorias de los que hubieran
entrado en las casas o colegios de la Pía
Sociedad, cumplidos ya los catorce años, Pío IX le
aconsejó que hiciera petición especial para un
número determinado, cada vez que fuera menester.
Después de estas consoladoras palabras, añadió
el Papa:
-Demos un pasito cada vez; el que va despacio,
va seguro. Cuando las cosas van bien, la Santa
Sede suele añadir y no quitar.
En cuanto a los decretos de 1848 sobre la forma
para ingresar en el noviciado y hacer la profesión
religiosa, díjole el Padre Santo:
-Empiécense a cumplir aquellas prescripciones
por cuanto se pueda. Por lo demás os doy todas las
facultades necesarias y oportunas.
Al mismo tiempo le dispensaba de la lectura
pública de los decretos Romani Pontifices y
Regulari disciplinae.
Don Bosco pasó luego a otros temas: habló de
las gestiones que pensaba iniciar con el Gobierno
de Italia para la iglesia del Santo Sudario,
gestiones que, según preveía, serían largas y que,
por tanto, se prestaban a tenerle en directa
comunicación con el Ministerio, y Pío IX aprobó.
((**It9.518**)) En fin,
después de haber pedido y obtenido indulgencias
(**Es9.470**))
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