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Estos otros estaban destinados a los miembros
de la familia Provera, a los que don Bosco, en su
agradecimiento, consideraba como hijos suyos
espirituales.
-Mucha paciencia con los jóvenes.
((**It9.38**))
-Soportar los defectos de los demás.
-En el trabajo búsquese la gloria de Dios.
-No dé reprimendas a toda hora; use el garrote
cuando haga falta (al anciano padre).
-Animo; al fin todo se paga.
-Con hechos, con palabras, enseñe la religión a
su familia (a la madre).
-Ayude al papá a corregir y avisar, pero no se
olvide de sí misma.
-Después de los trabajos y los combates te
espera un gran premio.
-Vigila tu salud temporal y espiritual y la de
tu familia.
Formó época en Mirabello este reparto y
mientras los muchachos meditaban sus papelitos
esperando una visita de don Bosco, él recibía
cartas de agradecimiento, una de las cuales
transcribimos por su ingenuidad.
Mirabello,
15 de enero de 1868
Rvmo. Sr. don Bosco:
íCuántos besos doy al querido aguinaldo que
salió de las manos de don Bosco y a quien se lo
dictó, la Santísima Virgen!
También yo quisiera darle un aguinaldo, si lo
acepta, porque yo se lo doy de corazón. He oído
hablar tan bien de la Sociedad de clérigos y
sacerdotes, que no veo el momento en que tendré la
dicha de entrar en ella. Esto puede ser un simple
y pasajero ímpetu de mi corazón y, si así fuese,
usted lo conoce mejor que yo; por esto he pensado
ponerme totalmente en sus manos, porque sé en qué
manos me pondrá. Don Bosco conoce mi interior,
sabe de qué soy capaz; disponga, don Bosco.
Ahora, además, le pido, con lágrimas en los
ojos, una satisfacción. Mi corazón, hace tiempo
estaba tan contento que hasta estaba tentado de
soberbia; y, a veces, tan sumamente triste que no
podía encontrar la paz. Pero íqué alegría cuando
manifesté esto a mi confesor y éste me aseguró que
nada tenía que temer por el pasado! Cuando, luego,
pude ir a confesarme con usted, ya sabe, don
Bosco, que me hizo ciertas preguntas que me dieron
algo que pensar.
Ahora he oído hace poco al señor Director que,
exhortado por don Bosco a avisar a los que hacen
confesiones sacrílegas, interrogando cómo hacerlo,
usted le respondió que cuando niegan al ser
preguntados, basta para ellos un aviso general:
que lo piensen. Este pensamiento me hace temblar.
Por caridad, don Bosco, expóngame el estado de mi
conciencia; estoy dispuesto a obedecerle en todo.
Temo que mi don Bosco haya querido avisarme
también a mí de ese modo. Por caridad, consuéleme,
dígame, dígame todo; yo lo haré, lo haré.(**Es9.47**))
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