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((**Es9.464**) de estudio, donde ellos pueden estudiar; son asistentes en los dormitorios, en los recreos, en los paseos, en la iglesia y en casos semejantes. Pero solamente hacen esto durante el tiempo libre, sin que les impida el ir a clase y estudiar. En caso de necesidad, se dedican temporalmente a las escuelas diurnas y nocturnas. Pero estas distintas ocupaciones se ajustan a su estado y son el fin fundamental de nuestra Sociedad. A este respecto, es bueno notar que estas ocupaciones preparan a los socios ((**It9.510**)) a trabajar para el bien de las almas; trabajan, pero es un trabajo organizado, de modo que queda tiempo más que suficiente para atender a los estudios y a la piedad. Más aún, la experiencia de treinta y tres años nos enseña que estas ocupaciones asiduas constituyen un baluarte inexpugnable para la moralidad. Y he observado que los más ocupados y los más trabajadores recuerdan mucho mejor su antigua condición, disfrutan de buena salud, se conservan más virtuosos y, cuando llegan a sacerdotes, logran abundante fruto en el sagrado ministerio. P.->>No sería mejor que vuestros clérigos fueran al Seminario? R.-Mientras no se pudo hacer de otro modo, nuestros clérigos fueron a clase al Seminario. Pero, apenas fue posible, aun con grandes sacrificios, hubo que hacer de otro modo. Los programas son distintos de los de nuestra Congregación y con frecuencia se cambian, puesto que cada profesor explica y sigue su propio programa. Además, los días y horas señalados para las clases en el Seminario no coinciden con el horario de nuestra Casa. Deberían recorrer unos seis kilómetros diarios, lo que supone un tiempo bastante notable. Añádase a esto que para ir al Seminario, hay que cruzar los sitios más poblados y frecuentados de la ciudad, donde las extrañas modas de vestir y de hablar, los saltimbanquis, los periódicos, los libros, las fotografías obscenas y frecuentemente las bromas y las burlas comprometerían, como de hecho ya ha sucedido muchas veces, la moralidad y la misma vocación de los alumnos. <>. Mientras tanto llegábanle al Caballero, desde Roma, noticias del Venerable. Por los fragmentos de varias cartas puede el lector reconstruir el diario de sus ocupaciones. Roma, 16 de enero de 1869 ...Ante todo le diré que, hoy, después de comer, he tenido la satisfacción de ver a don Bosco. Le he encontrado bien y me ha prometido que vendrá a celebrar la misa. Le he recomendado que rece por la ovejita a él confiada... CORNELIA VON MILLINGEN Roma, 19 de enero de 1869 ...Ha venido el bonísimo don Bosco y se hospeda en casa del caballero Marietti, poco distante de la mía. Me propongo saludarle, recibir su bendición sacerdotal y (**Es9.464**))
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