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de estudio, donde ellos pueden estudiar; son
asistentes en los dormitorios, en los recreos, en
los paseos, en la iglesia y en casos semejantes.
Pero solamente hacen esto durante el tiempo libre,
sin que les impida el ir a clase y estudiar. En
caso de necesidad, se dedican temporalmente a las
escuelas diurnas y nocturnas. Pero estas distintas
ocupaciones se ajustan a su estado y son el fin
fundamental de nuestra Sociedad. A este respecto,
es bueno notar que estas ocupaciones preparan a
los socios ((**It9.510**)) a
trabajar para el bien de las almas; trabajan, pero
es un trabajo organizado, de modo que queda tiempo
más que suficiente para atender a los estudios y a
la piedad. Más aún, la experiencia de treinta y
tres años nos enseña que estas ocupaciones asiduas
constituyen un baluarte inexpugnable para la
moralidad. Y he observado que los más ocupados y
los más trabajadores recuerdan mucho mejor su
antigua condición, disfrutan de buena salud, se
conservan más virtuosos y, cuando llegan a
sacerdotes, logran abundante fruto en el sagrado
ministerio.
P.->>No sería mejor que vuestros clérigos
fueran al Seminario?
R.-Mientras no se pudo hacer de otro modo,
nuestros clérigos fueron a clase al Seminario.
Pero, apenas fue posible, aun con grandes
sacrificios, hubo que hacer de otro modo. Los
programas son distintos de los de nuestra
Congregación y con frecuencia se cambian, puesto
que cada profesor explica y sigue su propio
programa. Además, los días y horas señalados para
las clases en el Seminario no coinciden con el
horario de nuestra Casa. Deberían recorrer unos
seis kilómetros diarios, lo que supone un tiempo
bastante notable. Añádase a esto que para ir al
Seminario, hay que cruzar los sitios más poblados
y frecuentados de la ciudad, donde las extrañas
modas de vestir y de hablar, los saltimbanquis,
los periódicos, los libros, las fotografías
obscenas y frecuentemente las bromas y las burlas
comprometerían, como de hecho ya ha sucedido
muchas veces, la moralidad y la misma vocación de
los alumnos.
<>. Mientras tanto
llegábanle al Caballero, desde Roma, noticias del
Venerable. Por los fragmentos de varias cartas
puede el lector reconstruir el diario de sus
ocupaciones.
Roma, 16 de enero de 1869
...Ante todo le diré que, hoy, después de
comer, he tenido la satisfacción de ver a don
Bosco. Le he encontrado bien y me ha prometido que
vendrá a celebrar la misa. Le he recomendado que
rece por la ovejita a él confiada...
CORNELIA VON MILLINGEN
Roma, 19 de enero de 1869
...Ha venido el bonísimo don Bosco y se hospeda
en casa del caballero Marietti, poco distante de
la mía. Me propongo saludarle, recibir su
bendición sacerdotal y
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