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((**Es9.456**) once años, único vástago de una rica y muy noble familia, heredero por tanto de un extraordinario patrimonio: sobre él debían revertir también los bienes de algunas otras casas y, por consiguiente, se habían colocado en él muchas esperanzas. Como es fácil imaginar, era el predilecto, la delicia, lo más querido de los padres y del tío. Hacía quince días que se consumía con una fiebre tifoidea maligna de modo que, falto de fuerzas, sin poderse mover de la cama, ya se creían inútiles los remedios de la medicina y se le daba por perdido. El Cardenal había hecho llamar muchas veces a don Bosco durante aquellos días, mas éste, por un motivo o por otro, no había podido ir. Finalmente, con angustiosa impaciencia, mandó a decirle: -Venga, por caridad, venga a ver si todavía hay esperanza de vida para este niño. Y don Bosco fue. Entró en la casa, le rodearon todos y le dijeron: -íDon Bosco cúrelo, cúrelo! Y el Siervo de Dios, sin nombrar al sobrino, se volvió al Cardenal y le dijo: -He venido para que Su Eminencia me ayude ante el Padre Santo a obtener la aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales. -Cure a mi sobrino, respondió el Cardenal, y luego yo hablaré en favor de su Sociedad al Papa. Acompañaron entonces a don Bosco a la habitación del enfermito. Se acercó el Venerable a la cama y dijo a los padres: ((**It9.501**)) -Tengan fe, rueguen a María Auxiliadora, empiecen una novena; y usted, señor Cardenal, cuídese de la Sociedad de San Francisco de Sales. Y dijo dentro de sí: -Dejemos a la Virgen que empiece. Después rezó unas oraciones y bendijo al enfermo. La fiebre le desapareció al momento, et reliquit eum febris. El Cardenal repitió la promesa de hacer cuanto pudiera en favor de la Pía Sociedad, hasta superar las dificultades, si el sobrino sanaba. Se empezó la novena y tres días después volvió don Bosco a visitar al querido enfermo. El muchachito estaba sentado en la cama y, apenas le vio dijo: -Don Bosco, estoy mejor >>sabe? Ya he comido cosas cocidas y fritas. No era nada más que el tercer día de la novena y había mejorado tanto que se encontraba fuera de peligro. Y pronto se repuso del todo. El extraordinario suceso conmovió a toda la familia; la gracia de (**Es9.456**))
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