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once años, único vástago de una rica y muy noble
familia, heredero por tanto de un extraordinario
patrimonio: sobre él debían revertir también los
bienes de algunas otras casas y, por consiguiente,
se habían colocado en él muchas esperanzas. Como
es fácil imaginar, era el predilecto, la delicia,
lo más querido de los padres y del tío. Hacía
quince días que se consumía con una fiebre
tifoidea maligna de modo que, falto de fuerzas,
sin poderse mover de la cama, ya se creían
inútiles los remedios de la medicina y se le daba
por perdido.
El Cardenal había hecho llamar muchas veces a
don Bosco durante aquellos días, mas éste, por un
motivo o por otro, no había podido ir. Finalmente,
con angustiosa impaciencia, mandó a decirle:
-Venga, por caridad, venga a ver si todavía hay
esperanza de vida para este niño.
Y don Bosco fue. Entró en la casa, le rodearon
todos y le dijeron:
-íDon Bosco cúrelo, cúrelo!
Y el Siervo de Dios, sin nombrar al sobrino, se
volvió al Cardenal y le dijo:
-He venido para que Su Eminencia me ayude ante
el Padre Santo a obtener la aprobación de la
Sociedad de San Francisco de Sales.
-Cure a mi sobrino, respondió el Cardenal, y
luego yo hablaré en favor de su Sociedad al Papa.
Acompañaron entonces a don Bosco a la
habitación del enfermito. Se acercó el Venerable a
la cama y dijo a los padres:
((**It9.501**)) -Tengan
fe, rueguen a María Auxiliadora, empiecen una
novena; y usted, señor Cardenal, cuídese de la
Sociedad de San Francisco de Sales.
Y dijo dentro de sí:
-Dejemos a la Virgen que empiece.
Después rezó unas oraciones y bendijo al
enfermo. La fiebre le desapareció al momento, et
reliquit eum febris. El Cardenal repitió la
promesa de hacer cuanto pudiera en favor de la Pía
Sociedad, hasta superar las dificultades, si el
sobrino sanaba. Se empezó la novena y tres días
después volvió don Bosco a visitar al querido
enfermo. El muchachito estaba sentado en la cama
y, apenas le vio dijo:
-Don Bosco, estoy mejor >>sabe? Ya he comido
cosas cocidas y fritas.
No era nada más que el tercer día de la novena
y había mejorado tanto que se encontraba fuera de
peligro. Y pronto se repuso del todo.
El extraordinario suceso conmovió a toda la
familia; la gracia de
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