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Estas noticias nos las dio monseñor Manacorda.
Don Bosco había resuelto llevar vida retirada
para gozar de mayor libertad y dedicar todo el
tiempo al despacho de sus asuntos, pero a duras
penas lo consiguió.
Apenas se supo en Roma su llegada, muchos
romanos y forasteros empezaron a agolparse
alrededor de la casa del caballero Marietti
intentando ser recibidos por el Venerable; y el
Caballero, de acuerdo con los deseos de don Bosco,
los despedía con cualquier pretexto. Pero ellos
protestaban:
-Es usted quien nos quiere impedir que tratemos
con don Bosco nuestros asuntos. Usted quiere tener
a don Bosco sólo para sí. >>Acaso nuestros asuntos
no valen tanto como los suyos? Si don ((**It9.497**)) Bosco
supiera que deseamos hablarle, nos recibiría con
sumo gusto.
El pobre Marietti tenía que arreglárselas para
salir airoso. Con todo, algunos privilegiados
lograban llegar hasta el Siervo de Dios o
conseguían encontrarlo por la calle y a la puerta
de los sacros palacios, donde lo esperaban.
Era enorme el aprecio que toda suerte de
personas profesaba a don Bosco. El reverendo padre
dominico Jandel le consideraba modelo de santidad
y prudencia: Nos escribía el reverendísimo padre
F. Jacinto María Cormier, que fue más tarde
Ministro General de los padres Dominicos, desde el
convento de Bor. p. Nasac (Aveyron) 1, en julio de
1888, que él, al ordenar los documentos que se
referían al P. Jandel había encontrado pruebas de
su aprecio por el fundador de los Salesianos y de
que en aquellos años dicho padre le había visitado
con mucho gusto en Roma.
Don Bosco, como hemos dicho, había ido a la
ciudad eterna para varios asuntos, sin excluir los
encargos recibidos en Florencia; pero lo que más
le importaba era la aprobación de la Pía Sociedad
y la facultad de conceder las dimisorias para las
sagradas órdenes. Las negativas no habían logrado
desalentar su heroica fortaleza. Había dado tiempo
al tiempo, y volvía a suplicarlo, por escrito y de
palabra, las más de las veces en vano; pero él,
contento de poder presentar, aunque no fuera más
que una pequeña razón cada vez, esperaba confiado.
Pues bien, pese a las numerosas cartas
comendaticias presentadas, enseguida se encontró
con las incertidumbres y dificultades.
1 Bor. p. Nasac-Caserío de Najac (Aveyron).
Después de muchas consultas, persona
autorizadísima concluyó que: Bor. era Borde; p.,
prŠs, y Nasac, Najac; es decir Borde prŠs Najac, a
lo que nos atenemos, diciendo en castellano:
Caserío de Najac. (N. del T.)
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