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Mañana, lunes, va a celebrar misa en casa
Uguccioni y por la tarde, después de las cinco,
iremos los dos a cenar en casa de Cantón. Cantón
se ha ofrecido para acompañar a don Bosco a varios
sitios.
Querido Federico: me ha venido una gran
tentación. He escrito a la buena Fanny para que me
obtenga de nuestro Padre General el permiso de
poder ir a Roma acompañando a don Bosco. El se
hospedaría en casa Marietti y yo iría a San
Quirico. Si lo logra, será algo muy hermoso. He
sabido que don Bosco puede llevar consigo, a quien
quiera, gratis.
Se habrá enterado ya de la muerte de la madre
de Enriqueta Nerli.
Ayer fue don Bosco a San Juan con la señora
Uguccioni. Hoy come con el señor Arzobispo. Está
bien y contento y da vueltas por los Ministerios.
Florencia, San Marcos, 10 de enero de 1869.
P. DOMINGO VERDA
Don Bosco se había presentado al ministro
Menabrea, que le esperaba con impaciencia, y le
dijo cortéstemente apenas le vio:
-íSepa, Excelencia, que yo estoy con el Papa
para todo!
Después sostuvo con él varios coloquios.
>>Qué dijeron? >>De qué trataron? Don Miguel
Rúa, refiriéndose en su crónica a este viaje de
don Bosco a Florencia, escribe:
<>.
Examinados todos los documentos de los
archivos, no hemos podido encontrar nada más. Es
cierto, sin embargo, que aquellas llamadas
urgentes tenían por objeto asuntos de innegable
importancia. Creemos nosotros que se le invitó
para que llevara a cabo algunos encargos oficiosos
ante el Gobierno Pontificio, en favor del Gobierno
italiano. Diremos mejor lo que pensamos, si damos
una mirada a la historia de aquellos días.
El 24 de noviembre de 1868, los albañiles Monti
y Tognetti, que habían volado con pólvora, el 22
de octubre de 1867, una parte del cuartel
Serristori de Roma matando a veintisiete zuavos,
aunque sinceramente arrepentidos, fueron
guillotinados. Víctor Manuel fue impulsado por los
sectarios para interponerse ((**It9.484**)) en su
favor, pero la gravedad del delito y la seguridad
pública exigían que se diera curso a la justicia
para evitar que se repitieran los atentados. Por
eso el Tribunal Supremo había confirmado la
sentencia de muerte, la cual, sin embargo, no fue
firmada por el Papa, ya que nunca se había
realizado esto.
No es posible describir la excitación que se
originó por toda Italia. Las más horribles
blasfemias contra la religión y las injurias más
ignominiosas contra el Papa, no solamente llenaban
los periódicos y
(**Es9.441**))
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