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cuales se pudo hacer frente cómodamente a todas
las deudas y a otros gastos importantes.
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Sin embargo fue de gran alivio. Se trataba de
un regalo espléndido y hasta precioso, ya que
algunas de las estancias de la casa de Bertinetti
habían pertenecido al antiguo palacio de los De la
Róvere;
y precisamente aquella en la que se hospedó San
Luis Gonzaga con ocasión del viaje que hizo a
Chieri para visitar a aquellos nobles señores,
parientes de su madre, la Marquesa.
Esta herencia y la continua generosidad de los
bienhechores que socorrían a don Bosco fue una
prueba constante y admirable del total desapego
del corazón del Siervo de Dios de todas las cosas
de la tierra. El Venerable Beda, al comentar la
promesa del Divino Salvador, de que el que dejare
por su amor familia, casa, campos, recibirá el
céntuplo aun en este mundo, se explica así: Qui
enim terrenis affectibus sive possessionibus pro
Christi discipulatu renuntiaverit, quo plus in
ejus amorem profecerit, eo plures inveniet qui se
interno suscipere affectu et suis gaudeant
sustentare substantiis 1. (Quien renunciare a
todos los afectos o bienes de la tierra para ser
discípulo de Cristo, con lo que progresar más en
su amor, hallará en ello más para sustentar su
afecto interior y gozar de sus bienes).
Don Bosco gozaba, a su vez, agradeciéndoselo.
Escribía al clérigo Bartolomé Giuganino, de
Villastellone, ((**It9.475**)) sobrino
del teólogo Appendino, enviándole una estampa de
san Luis Gonzaga.
Muy querido Giuganino:
Te doy gracias a ti y a la piadosa persona que
envía su cuarta limosna de treinta liras para
María Auxiliadora. Dile que María es poderosa y
rica y que ciertamente no se dejará ganar en
generosidad por su devota.
Saluda en mi nombre a tu señor tío, a tu
hermana y a tus padres; ruega por mí que de
corazón me profeso tuyo.
Turín, 2 de 1869.
Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
1 De la homilía con motivo del nacimiento de
san Benito.
(**Es9.433**))
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