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((**Es9.426**) En la de Génova, dos mil seiscientos diecinueve casos y mil cuatrocientos treinta y ocho muertos. En La Spezia, mil trescientos ochenta y ocho casos y seiscientos diez muertos. Sólo en la ciudad de Nápoles llegaron a catorce mil doscientos treinta y tres los casos y a siete mil los muertos. En Nápoles y provincia se dieron quince mil novecientos setenta y siete casos y hubo siete mil novecientos cuarenta y cuatro muertos. Por consiguiente hubo en Italia muchos casos y muchos muertos: y es fácil que las cifras sean inferiores a las verdaderas. En 1885 aparecía el cólera en Marsella, y segaba innumerables víctimas en España durante cerca de seis meses. Los periódicos españoles afirmaban que hacía medio siglo no se recordaba mortandad como aquélla. En el interior de Italia, la epidemia invadió veinticinco provincias y ciento cincuenta y dos poblaciones; la más castigada fue la provincia de Parma. En Sicilia, solamente en Palermo, se dieron cuatro mil setecientos sesenta y siete casos con dos mil quinientos sesenta y ocho muertos, y en la provincia de Trápani desaparecieron centenares de familias. Las estadísticas registraron tres mil cuatrocientos cincuenta y nueve muertos, sobre seis mil trescientos noventa y siete casos, acaecidos en Italia. En 1886 aparecía la peste violenta y repentinamente en Bríndisi, ((**It9.467**)) en Bari y en la provincia de Lecce. Parecía que el cólera se hubiera instalado en pueblos y ciudades del Véneto, donde duraba hacía un año, aunque sin intensidad; en Venecia se contaron cuarenta casos por día. En cambio se extendía por tierras de Nápoles, Toscana y Piamonte. En Asti, Cúneo y muchos otros pueblos hubo víctimas. En Bolonia se unió la viruela al cólera y llenó de terror a la población, porque el número de vidas que segaba no era inferior. Finalmente, en 1887 hubo casos en Siracusa, Caltanisetta, Trápani y Palermo, pero la peste se quedó estacionaria. En cambio causó estragos en Catania, donde hubo seiscientos cuatro muertos en julio, según la relación médica. También Mesina fue azotada con gran estrago: en un solo día hubo más de doscientos casos. Las provincias de estas dos ciudades fueron atormentadas con la peste, y Nápoles tampoco se libró. Otro suceso previsto fue la guerra. Napoleón III había cooperado a aumentar el poderío de Prusia, su terrible rival, al declararse neutral en la guerra de 1866; y Prusia no esperaba más que el momento oportuno para invadir Francia y aplastarla. Su rey, Guillermo I, respondía en Kiel, el 11 de septiembre (**Es9.426**))
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