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Además de los tres alumnos del sueño, habían
muerto también aquel año otros seis. Y llegaba el
mes de diciembre a su término, cuando don Bosco se
encontraba atareado con las cartas de felicitación
para sus principales bienhechores. El 22 escribía
a la Madre Galleffi, Presidenta de Tor de'Specchi.
Benemérita Madre:
Aunque durante todo el año hacemos cada mañana
oraciones especiales por usted y toda esa familia
ante el altar de María Auxiliadora, sin embargo,
quiero destinar un servicio especial, según su
santa intención, el día de Navidad. Por tanto,
celebraremos una misa con la santa comunión de los
muchachos y otras oraciones especiales con el fin
de invocar las celestes bendiciones sobre usted y
sus hijas espirituales, para que el Señor
multiplique su número y sus virtudes y les conceda
a todas largos años de vida feliz.
Entre tanto, le participo que espero poder
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saludarla personalmente en Tor de'Specchi el
próximo enero y agradecerle la caridad con que
hasta el presente nos ha atendido.
Créame en el Señor
De V.S.
Turín, 22 de diciembre de 1868.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. -El caballero Oreglia y don Juan Bautista
Francesia le saludan y se encomiendan a sus
oraciones.
Bienhechores y bienhechoras respondían a sus
felicitaciones y con frecuencia agradecían los
prodigiosos efectos de sus bendiciones.
Entre otros doña Cristina Celebrini, de
Pittatore, señora de la nobleza, que edificaba a
la población de Fossano con sus buenos ejemplos y
su religiosa piedad con Dios y con los pobres,
estaba llena de agradecimiento. El Señor había
probado su virtud con la muerte de varios de sus
hijos. Al llegar a cierta edad quedó viuda con un
solo hijo, que se llamaba José, y temía que
también éste corriese la mala suerte de los demás.
Se había presentado por ello a don Bosco y le
había expuesto sus temores, rogándole bendijera a
su hijo para que Dios se lo conservara. Alimentaba
grandes esperanzas de que abrazase el estado
eclesiástico. Don Bosco sonrió y le dijo:
-No tema; este hijo vivirá y, para su consuelo,
será bueno; pero no será sacerdote, como usted
desea.
Confirmamos enseguida que la profecía se
cumplió del todo. Doña Cristina murió en Fossano
en diciembre de 1909, a la edad de
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