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Esta invitación había sido precedida de cierto
carteo entre el Ministro y el Venerable, como se
deduce de una carta suya al caballero Cantón, jefe
de sección en el Ministerio de Asuntos Exteriores,
en Florencia.
Queridísimo Caballero:
Mil gracias por todo; por las cien liras que
recibí y ya gasté, y por las prendas de vestir
que, merced a su recomendación, fueron mucho más
abundantes este año que en los pasados. Dios se lo
pague.
Siento que Enrique Betti se haya empeñado en
volver a Florencia. Se condescendió en todo y no
se le pudo contentar. Si al menos correspondiera a
nuestros avisos y a los consejos aquí
prodigados...
Ruégole haga llegar la carta de agradecimiento
adjunta a Su Excelencia Menabrea. Hay en ella algo
confidencial, de lo que tal vez encargue a V. S.
me conteste, si es el caso; por lo demás, no se
hable de ello.
Tenemos en esta casa algunos sellos de correo
timbrados que aquí ya no tienen curso; no sé si
todavía pueden cambiarse en Florencia: si no es
así puede usted servirse de ellos al menos para
encender un cigarro.
Perdone la confianza con que le escribo; y
sírvase usted de mí y de esta su casa para todo
aquello en lo que podamos ayudar. Entretanto le
auguro copiosas bendiciones del cielo para usted y
toda su respetable familia. Créame con profundo
agradecimiento,
De V. S. carísima y benemérita
Turín, 2 de noviembre de 1868.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Sabemos, pues, de un acto de gratitud al
Ministro y de una carta confidencial al mismo, con
deseo expreso de que quedase en secreto.
Por aquellos días, después de la señalada
invitación del Presidente del Consejo de
Ministros, debió contestar que iría ((**It9.436**)) a
Florencia lo antes posible, pero que, por el
momento, no podía. En efecto, lo dilató casi un
mes.
El 1.° de diciembre, miércoles, fue a Lanzo
para visitar el colegio.
Una noche habló a los alumnos y les recomendó que
estuvieran preparados, porque durante el curso
escolar uno de ellos sería llamado al tribunal de
Dios. Añadió después en privado a un Superior que
el que debía morir a a la clase segunda elemental
y que la inicial de su nombre era la uve (V). Es
de advertir que don Bosco aún no conocía a los
alumnos nuevos admitidos en las vacaciones.
A su vuelta de Lanzo, el viernes por la tarde,
día 3 del mes, habló después de las oraciones a
los alumnos del Oratorio, reunidos en el salón de
estudios y les dio la flor, puesto que celebraban
la novena de la Inmaculada.
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