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de ejemplares. El marqués Santiago della Chiesa,
hoy Papa Benedicto XV, fue, como él mismo dijo a
don Francisco Cerruti, uno de los suscriptores.
Cerramos este capítulo en el que, con la
elocuencia de los hechos, se pone de manifiesto el
celo de don Bosco por la buena prensa, copiando el
prólogo del almanaque El Hombre de Bien para el
año 1869 destinado a los suscriptores de las
Lecturas Católicas. Es una prueba más del amor que
don Bosco tenía a la Iglesia Católica y a la
ortodoxia de la fe.
Queridos lectores:
Soy el Hombre de Bien: este año voy a charlar
menos que en los anteriores y dejaré hablar a los
demás. Os narraré cuentos que he copiado, poesías
que no son mías, y sentencias morales que he
sacado de libros viejos y nuevos. Como creo haber
tenido buen sentido en la recopilación, espero
también que me lo agradezcáis y que me hagáis leer
por muchos, muchísimos. Hubiera querido echar una
ojeada a las cosas del día, narrar los
acontecimientos del año 1867 y 68, pero me falta
valor para ello y quizás no podría exponerlos con
la calma que me es familiar y que tanto aprecio.
De esto, pues, silencio sepulcral, ni una palabra.
Todos hemos sido testigos de las astucias de
los protestantes para arrebatar la fe a los
católicos y de las humillaciones por las que
pasaron varias ciudades de Italia, durante el año
de gracia de 1868; espero que alguno de mis
hermanos, que tiene esta misión especial, no se
olvide de ello. Alabemos a los valerosos
defensores de la fe y demos gracias a Dios por
haber humillado a los enemigos de su Iglesia.
Diré a quienes buscan sembrar el protestantismo
en Italia que un hombre, que marchó de este mundo
herido por la justicia de Dios de un modo
espantoso, había escrito una bonita sentencia que
les va muy bien a ellos. Os la imprimo aquí
((**It9.433**)) por
entero, para nuestro consuelo y para la aflicción
de los tristes. Es una necedad histórica y
política, es una locura infantil destruir el
catolicismo en Italia. Italia, lo repito, es
católica y no hay más catolicismo que el Romano.
Así lo escribió el ministro Luis Farini, quien
sufrió después la terrible desgracia de perder el
juicio.
Otro dijo: Tendría como la mayor desgracia de
Italia que se llegara a turbar la unidad religiosa
que le ha quedado.
Y un tercero: El cielo de Italia no tolera el
crepúsculo de la Reforma Protestante.
Me parece que el tiempo esperado por la Iglesia
ya ha empezado y en breve lo veremos realizado.
Roguemos y esperemos. Recibid el acostumbrado y
cordialísimo saludo.
de vuestro amigo
EL HOMBRE DE BIEN
El trifundo de la Iglesia debía ser el Concilio
Vaticano y la proclamación dogmática de la
Infalibilidad Pontificia.
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