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Agradezco de corazón su bondad por escuchar
esta humilde relación y ruego al Señor les
conserve a todos muchos años para el bien de la
Iglesia. Con el máximo agradecimiento tengo el
alto honor de poderme profesar
De Sus Excelencias
Atento y seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Después de presentar esta petición, pensó
escribir personalmente al Obispo de Ivrea con el
vivo deseo de restablecer con él una benévola
relación y disipar todo mal humor, o al menos
provocar una respuesta que abriera el camino de
posibles explicaciones.
Excelencia Reverendísima:
Nuestro veneradísimo Arzobispo se ha
comprometido, a mis ruegos, a leer un breve
informe sobre el estado actual de los Oratorios
para la juventud pobre y sobre la Congregación de
San Francisco de Sales. La protección que Su
Excelencia les prestó en el pasado, me hace
esperar su palabra de favor, por lo que le adjunto
algunos impresos con datos sobre el particular.
>>Puedo esperar que S. E., otorgando benigna
indulgencia sobre el pasado, venga a hacer una
visita a la iglesia nueva de María Auxiliadora? En
todo caso, ruégole acepte los sentimientos de mi
sincera gratitud, con la que me profeso,
De V. E. Rvma.
Turín, 11 de noviembre de 1868.
Su
seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Monseñor Moreno no contestó.
((**It9.424**))
Reunidos los Obispos, se leyó la súplica de don
Bosco. Monseñor Ghilardi se declaró
inmediatamente favorable, y con él otros. Hubo
quien puso objeciones y se manifestó contrario.
Surgió una ligera discusión. Al final, el Obispo
de Ivrea exclamó:
-Tenemos aquí al Arzobispo, decida él.
El Arzobispo concluyó diciendo:
-No se haga caso de ella y acábese la cuestión.
Tenemos otras muchas proposiciones que discutir.
Y el canónigo Berardo, secretario, escribió a
don Bosco una respuesta cortés pero evasiva.
-Paciencia, dijo don Bosco; sea todo por el
amor de Dios y de la Santísima Virgen.
Procuraremos arreglar las cosas en Roma.
(**Es9.390**))
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