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el uso y administración de la iglesia y de la
casa, ofreciéndole la propia cooperación en dinero
para llevar a término rápidamente la proyectada
restauración de la iglesia, a fin de que pudiera
volverse a abrir al culto lo antes posible.
Probablemente don Bosco tenía otro motivo para
acelerar la apertura de una casa salesiana en
Roma. Preveía la inevitable entrada de las tropas
italianas en la ciudad y quería estar situado con
los suyos junto a la iglesia del Santo Sudario
antes de este acontecimiento. Así, ninguno habría
encontrado digna de crítica su posición frente a
la Santa Sede y, además, el nuevo Gobierno
naturalmente respetaría a los que hubiera
reconocido como súbditos suyos por doble razón,
con los cuales habría ajustado contrato normal, y
por tanto, no habría dejado de protegerlos y
defenderlos contra los partidos extremistas: y no
le hubiera afectado una ley de incautación.
Esta es una suposición nuestra, pero es una
realidad que don Bosco con su ingenio y su
perspicacia estudiaba todos los aspectos de un
proyecto y preveía sus dificultades y
consecuencias. Porque >>cuál era el fin que el
Venerable quería alcanzar?
He aquí el programa, que él explicaba y
recomendaba a todos se diera a conocer:
<((**It9.417**)) y
abandonados a fin de que no acaben en la cárcel.
Esta es mi única política. Yo respeto a todas las
autoridades constituidas como ciudadano, y como
católico y sacerdote dependo del Sumo Pontífice>>.
Y esta política, que no era más que la
prudencia de la serpiente unida a la candidez de
la paloma, es la que le hizo tan glorioso a los
ojos de Dios y de los hombres.
Así, pues, escribió sobre dicho proyecto a un
gran amigo suyo, el caballero Carlos Cantón,
Director y Jefe de Sección de segunda clase en el
Ministerio de Asuntos Exteriores, en Florencia, y
éste le contestó aprobando, animando y asegurando
que le advertiría en el momento oportuno para
empezar las gestiones.
Mientras tanto don Bosco hizo copiar en los
archivos del Estado un amplio documento, que sirve
para aclarar los trámites que duraron varios años
y que él presentó en el ministerio de la
Gobernación con los demás papeles referentes al
asunto. Se trataba de una comunicación de la Real
Legación de los Estados Sardos ante la Santa Sede
con fecha del 10 de abril de 1851, que contenía
extensos datos históricos acerca de la iglesia del
Santo Sudario. Esta comenzó con una cofradía
homónima compuesta por antiguos súbditos de los
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