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((**Es9.375**) según la intención de todos los que de uno u otro modo habían concurrido a levantar la iglesia y sostener el establecimiento anejo. A continuación añadía una palabra para los que habían obtenido ((**It9.407**)) gracias de María Auxiliadora y un ruego a los bienhechores para que continuaran su caridad. Una palabra para los beneméritos bienhechores >>Qué debo deciros a vosotros, beneméritos bienhechores, para agradecer vuestra caridad? Sé que os basta la recompensa del cristiano, esto es la satisfacción que experimenta quien ha hecho una obra buena. Sé igualmente que vuestros deseos están satisfechos porque vuestra caridad alcanzó el efecto deseado al ver acabado el sagrado edificio. Edificio consagrado al culto divino, donde todos los días se elevan alabanzas al Señor; edificio, donde con la ayuda de Dios, se predicará, se enseñará el catecismo, se celebrarán misas, se oirán las confesiones de los fieles. Todo esto llenará vuestro corazón de los más grandes consuelos. Debo, todavía, por mi parte agradeceros con toda el alma la confianza que pusisteis en mí y la eficaz ayuda que prestasteis, merced a la cual se pudo llevar a cabo la obra del Señor. Os guardaré imborrable gratitud y, mientras viva, no dejaré de invocar las bendiciones del cielo sobre vosotros, sobre vuestros parientes y amigos. Lo haré todos los días, especialmente en el sacrificio de la santa misa. Dios os colme con sus tesoros celestiales, apreciados bienhechores, y os conceda largos años de vida feliz; os otorgue el precioso don de la perseverancia en el bien y os reciba a todos un día en la bienaventurada eternidad. A fin de que estos augurios sean acogidos por la misericordia del Señor, se ha establecido un servicio religioso para todos los días del año, en favor de cuantos, de algún modo, prestaron su ayuda o la prestarán para beneficio de la iglesia o del establecimiento anejo... A los que han obtenido gracias de María Auxiliadora Muchos de los que han obtenido gracias particulares de María Auxiliadora, no desean por justos motivos que su nombre sea conocido, especialmente cuando se trata de gracias espirituales, que son las más numerosas. Pero ninguno debe negarse al deber de gratitud con su celestial Bienhechora. Este deber se puede cumplir de dos maneras: contando a otros la gracia obtenida, o promoviendo por otro medio la devoción a esta nuestra Madre. Esto servirá a los demás de estímulo para recurrir a María en sus necesidades, a la par que abrirá para sí mismos el camino para conseguir nuevos favores, gracias aún más distinguidas. Pero a todos recomiendo vivamente cumplir las promesas hechas. Las oraciones, las mortificaciones, las confesiones y las comuniones, las obras de caridad prometidas cúmplanse puntualmente:displicet, dice el Espíritu Santo, displicet enim Deo infidelis et stulta promissio (desagrada a Dios la promesa infiel y necia). ((**It9.408**)) Se ha cumplido muchas veces lo de que la falta de fidelidad a las promesas hechas se convirtió en impedimento para alcanzar la gracia suspirada, y alguna vez fue derogado el favor ya obtenido. Dos honorables familias deseaban tener hijos que les alegrasen y heredaran los bienes paternos. Dios les oyó, pero con la alegría olvidaron las oraciones, las prácticas religiosas y una obra de caridad que habían prometido. Dios quiso demostrar de una manera terrible lo mucho que le desagrada (**Es9.375**))
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