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según la intención de todos los que de uno u otro
modo habían concurrido a levantar la iglesia y
sostener el establecimiento anejo. A continuación
añadía una palabra para los que habían obtenido
((**It9.407**)) gracias
de María Auxiliadora y un ruego a los bienhechores
para que continuaran su caridad.
Una palabra para los beneméritos bienhechores
>>Qué debo deciros a vosotros, beneméritos
bienhechores, para agradecer vuestra caridad? Sé
que os basta la recompensa del cristiano, esto es
la satisfacción que experimenta quien ha hecho una
obra buena. Sé igualmente que vuestros deseos
están satisfechos porque vuestra caridad alcanzó
el efecto deseado al ver acabado el sagrado
edificio. Edificio consagrado al culto divino,
donde todos los días se elevan alabanzas al Señor;
edificio, donde con la ayuda de Dios, se
predicará, se enseñará el catecismo, se celebrarán
misas, se oirán las confesiones de los fieles.
Todo esto llenará vuestro corazón de los más
grandes consuelos.
Debo, todavía, por mi parte agradeceros con
toda el alma la confianza que pusisteis en mí y la
eficaz ayuda que prestasteis, merced a la cual se
pudo llevar a cabo la obra del Señor. Os guardaré
imborrable gratitud y, mientras viva, no dejaré de
invocar las bendiciones del cielo sobre vosotros,
sobre vuestros parientes y amigos. Lo haré todos
los días, especialmente en el sacrificio de la
santa misa. Dios os colme con sus tesoros
celestiales, apreciados bienhechores, y os conceda
largos años de vida feliz; os otorgue el precioso
don de la perseverancia en el bien y os reciba a
todos un día en la bienaventurada eternidad.
A fin de que estos augurios sean acogidos por
la misericordia del Señor, se ha establecido un
servicio religioso para todos los días del año, en
favor de cuantos, de algún modo, prestaron su
ayuda o la prestarán para beneficio de la iglesia
o del establecimiento anejo...
A los que han obtenido gracias de María
Auxiliadora
Muchos de los que han obtenido gracias
particulares de María Auxiliadora, no desean por
justos motivos que su nombre sea conocido,
especialmente cuando se trata de gracias
espirituales, que son las más numerosas. Pero
ninguno debe negarse al deber de gratitud con su
celestial Bienhechora. Este deber se puede cumplir
de dos maneras: contando a otros la gracia
obtenida, o promoviendo por otro medio la devoción
a esta nuestra Madre. Esto servirá a los demás de
estímulo para recurrir a María en sus necesidades,
a la par que abrirá para sí mismos el camino para
conseguir nuevos favores, gracias aún más
distinguidas. Pero a todos recomiendo vivamente
cumplir las promesas hechas. Las oraciones, las
mortificaciones, las confesiones y las comuniones,
las obras de caridad prometidas cúmplanse
puntualmente:displicet, dice el Espíritu Santo,
displicet enim Deo infidelis et stulta promissio
(desagrada a Dios la promesa infiel y necia).
((**It9.408**)) Se ha
cumplido muchas veces lo de que la falta de
fidelidad a las promesas hechas se convirtió en
impedimento para alcanzar la gracia suspirada, y
alguna vez fue derogado el favor ya obtenido. Dos
honorables familias deseaban tener hijos que les
alegrasen y heredaran los bienes paternos. Dios
les oyó, pero con la alegría olvidaron las
oraciones, las prácticas religiosas y una obra de
caridad que habían prometido. Dios quiso demostrar
de una manera terrible lo mucho que le desagrada
(**Es9.375**))
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