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((**Es9.372**) -Os comunico que el curso escolar ha comenzado: y recuerdo a los clérigos que deben ir al seminario y, a los que van a serlo, que el hábito no hace al monje. Debemos ser lux mundi (luz del mundo), o lucerna ardens in domo Dei (lámpara refulgente en la casa de Dios), porque un clérigo es observado por miles y miles y íay de él, si no brilla! Y una de las cosas en la que debemos brillar, creedlo, es en la virtud de la modestia. Para conservar esta virtud sugieren los maestros de espíritu hacer bien la meditación, la visita a Jesús Sacramentado, la lectura espiritual, rezar jaculatorias, examinar la conciencia, etc. Y esto está bien, pero no es todo. Hay que recurrir a los remedios para prevenir las caídas: no poner a nadie las manos encima, no pasear de bracete, no besarse por ningún motivo, no echar las manos al cuello, ser cincunspecto en las miradas, guardarse, por ejemplo, de hacer regalitos a uno más simpático que otro, huir de los apretones de manos. Esto, sin embargo, está tolerado a uno que se va a casa o vuelve de ella; y se permite. Otro medio es no introducir jamás a persona alguna en la propia habitación o dormitorio, no hacer comilonas o meriendas juntos, etc. Todas estas cosas no son faltas por sí mismas, pero, cuando menos, dan motivo a los maliciosos para hablar e interpretar mal esas acciones, que ciertamente son peligrosas para el alma y para la virtud de la modestia. Yo desearía, además, que las celdas de los asistentes se redujesen simplemente a la cama, una silla y nada más. Y esto, porque las celdas un poco amplias ya fueron causa de muchos males y poco faltó, también entre nosotros, de no haber sido circunspectos, para haber tenido que deplorar desórdenes graves. Igualmente, ninguno admita encargos para comprar en la ciudad objetos, libros, comestibles para otros: no reciba nadie dinero de los jóvenes para guardarlo: y, lo mismo que ellos, también vosotros entregad al prefecto el dinero que tengáis. >>Qué diríais, si viérais a un clérigo que está mal compuesto en la iglesia, que hace mal la genuflexión, que bosteza durante la lectura espiritual y, en cambio, un jovencito que guarda buena compostura y modestia en la iglesia, que corta el recreo para hacer la visita? Tendríais que llamar a este jovencito y ((**It9.404**)) decirle: Quítate esa ropa y cámbiala por la sotana del clérigo, hasta que él sea mejor que tú. Os digo esto a vosotros, para que después lo enseñéis a los muchachos. Domingo, 8 de noviembre de 1868 Dijo don Bosco: -El principio de la sabiduría es el temor de Dios; el principio del vicio es la soberbia. -Y esto lo fue repitiendo a todos los que le rodeaban después de la cena. 10 de noviembre de 1868 Palabras de don Bosco: -Mañana por la tarde habrá confesiones y el jueves se hará el ejercicio de la buena muerte. Procuremos hacerlo bien porque uno de nosotros hará éste, y no podrá volver a hacer otro. El 22 de noviembre, habló don Bosco sobre algunos defectos en los que suelen incurrir los muchachos cuando ayudan a misa. Entre otras cosas recomendó no cerrar el misal al cambiarlo de lugar y que, al decir el suscipiat, hay que estar de rodillas en las gradas del altar, en el lugar propio; y, si se estuviera todavía en la credencia, (**Es9.372**))
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