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-Os comunico que el curso escolar ha comenzado:
y recuerdo a los clérigos que deben ir al
seminario y, a los que van a serlo, que el hábito
no hace al monje. Debemos ser lux mundi (luz del
mundo), o lucerna ardens in domo Dei (lámpara
refulgente en la casa de Dios), porque un clérigo
es observado por miles y miles y íay de él, si no
brilla! Y una de las cosas en la que debemos
brillar, creedlo, es en la virtud de la modestia.
Para conservar esta virtud sugieren los
maestros de espíritu hacer bien la meditación, la
visita a Jesús Sacramentado, la lectura
espiritual, rezar jaculatorias, examinar la
conciencia, etc. Y esto está bien, pero no es
todo. Hay que recurrir a los remedios para
prevenir las caídas: no poner a nadie las manos
encima, no pasear de bracete, no besarse por
ningún motivo, no echar las manos al cuello, ser
cincunspecto en las miradas, guardarse, por
ejemplo, de hacer regalitos a uno más simpático
que otro, huir de los apretones de manos. Esto,
sin embargo, está tolerado a uno que se va a casa
o vuelve de ella; y se permite. Otro medio es no
introducir jamás a persona alguna en la propia
habitación o dormitorio, no hacer comilonas o
meriendas juntos, etc. Todas estas cosas no son
faltas por sí mismas, pero, cuando menos, dan
motivo a los maliciosos para hablar e interpretar
mal esas acciones, que ciertamente son peligrosas
para el alma y para la virtud de la modestia.
Yo desearía, además, que las celdas de los
asistentes se redujesen simplemente a la cama, una
silla y nada más. Y esto, porque las celdas un
poco amplias ya fueron causa de muchos males y
poco faltó, también entre nosotros, de no haber
sido circunspectos, para haber tenido que deplorar
desórdenes graves.
Igualmente, ninguno admita encargos para
comprar en la ciudad objetos, libros, comestibles
para otros: no reciba nadie dinero de los jóvenes
para guardarlo: y, lo mismo que ellos, también
vosotros entregad al prefecto el dinero que
tengáis.
>>Qué diríais, si viérais a un clérigo que está
mal compuesto en la iglesia, que hace mal la
genuflexión, que bosteza durante la lectura
espiritual y, en cambio, un jovencito que guarda
buena compostura y modestia en la iglesia, que
corta el recreo para hacer la visita? Tendríais
que llamar a este jovencito y ((**It9.404**))
decirle: Quítate esa ropa y cámbiala por la sotana
del clérigo, hasta que él sea mejor que tú.
Os digo esto a vosotros, para que después lo
enseñéis a los muchachos.
Domingo, 8 de noviembre de 1868
Dijo don Bosco: -El principio de la sabiduría
es el temor de Dios; el principio del vicio es la
soberbia. -Y esto lo fue repitiendo a todos los
que le rodeaban después de la cena.
10 de noviembre de 1868 Palabras de don Bosco:
-Mañana por la tarde habrá confesiones y el jueves
se hará el ejercicio de la buena muerte.
Procuremos hacerlo bien porque uno de nosotros
hará éste, y no podrá volver a hacer otro.
El 22 de noviembre, habló don Bosco sobre
algunos defectos en los que suelen incurrir los
muchachos cuando ayudan a misa. Entre otras cosas
recomendó no cerrar el misal al cambiarlo de lugar
y que, al decir el suscipiat, hay que estar de
rodillas en las gradas del altar, en el lugar
propio; y, si se estuviera todavía en la
credencia,
(**Es9.372**))
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