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usted sabe también que siempre tuve en usted y en
todo el Ayuntamiento un poderoso apoyo. Por todo
esto, confío plenamente en su ayuda para este caso
excepcional, dándome a conocer y ayudándome a
allanar las dificultades, si las hubiere; por mi
parte estoy dispuesto a ayudar como ya he escrito,
a dar cualquier recompensa, garantía,
indemnización, si fuese necesario, con tal de que
pueda continuar los trabajos, que la actual
estación no permite dilatar más.
No tengo tribunal al que recurrir; pero acudo a
su conocida y experimentada bondad, y a la equidad
del responsable de los edificios que han de
construirse.
Con todo aprecio,
De V. S. Ilma.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Por entonces hizo don Bosco un corto viaje del
que, como de tantos otros, no hacen mención las
crónicas. Se deduce de una carta que la condesa
Calvi escribió al caballero Oreglia, el 30 de
septiembre:
<>.
Entre tanto, habiendo sabido el conde de
Viancino que el Siervo de Dios estaba extenuado de
fuerzas, invitóle a volver a su quinta de
Bricherasio para descansar. Don Bosco le
respondió, dándole noticias de un muchacho por él
recomendado.
Carísimo Conde:
Cuando Cinzano fue a Bricherasio, quise
contestar a su apreciada carta, y a la de su
señora esposa. No pude entonces porque, como usted
sabe, la enfermedad de don Miguel Rúa duplicó mis
ocupaciones ordinarias. Ahora, gracias a Dios,
((**It9.363**)) está
fuera de todo peligro y creo que cuanto antes
podrá reemprender sus trabajos normales.
Le agradezco, pues, la bondad con que me
renueva su amable invitación para ir a pasar unos
días de asueto. Ese es mi deseo, pero todavía no
puedo precisar en qué semana, lo que espero hacer
cuando vuelva de Castelnuovo de Asti con los
muchachos.
Entretanto he rezado y continuaré rezando por
usted y por la señora Condesa, su esposa, para que
Dios, en su gran misericordia, les consuele con
una larga serie de días felices en la tierra y con
la verdadera recompensa del cielo.
Le advierto que Cinzano sigue siendo un modelo
por su aplicación en los estudios y por su piedad;
esperamos, con el tiempo, hacer de él un buen
clérigo y un sacerdote que conquiste almas para el
Señor.
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