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Recordad que cada uno está obligado también por
las reglas a rezar el rosario cada día. íCuánto
debemos agradecer a María Santísima y cuántas
gracias nos tiene preparadas!
Confesaos cada ocho días, aun sin tener nada
grave de qué acusaros. Es un acto de humildad de
los más gratos al Señor, ya sea porque se renueva
el dolor de los pecados perdonados, ya sea porque
se reconoce la propia indignidad con los defectos
ligeros en los que se cae cada día.
Sepa cada uno aprovechar todo espiritualmente:
lo que ve, lo que oye, lo que hace, lo que
estudia, lo que lee, hasta en autores profanos.
Por ejemplo, si uno explica en clase un autor
pagano y encuentra una máxima bonita, aprovéchela,
reclame la atención de los alumnos sobre ella y
saque consecuencias útiles para sí y para los
demás. Mirad lo que hace la abeja. Marcha lejos,
hasta alguna milla de distancia para libar la
miel, y sabe separar la miel de la cera y dejar en
la florecilla un jugo venenoso que podría matarla
a ella y a sus compañeras.
Así tenemos que hacer nosotros; seleccionar lo
que puede ayudar; librarse de los defectos y del
pecado. De este modo podemos aprender algo de
todos y de todo.
También habría querido hablar de nuestra forma
de vida, que debe ser activa y por tanto debemos
trabajar cuanto podamos.
Me limitaré a alguna recomendación.
En primer lugar, practiquemos la caridad entre
nosotros los salesianos, soportemos los defectos
de los demás, compadezcámonos mutuamente.
Animémonos a hacer el bien, a practicar las
reglas, a querernos y apreciarnos como hermanos.
Recemos para que podamos formar todos un solo
corazón y una sola alma, para amar y servir al
Señor... Recomiendo a los directores de cada casa
que reúnan a los Socios lo más frecuentemente
posible, para tratar de las cosas propias y de los
muchachos...
Recordemos que en el Evangelio se lee que
Nuestro Señor coepit facere et docere: antes de
enseñar practicó él mismo lo que enseñaba...
Después de haber practicado los reglamentos de
la casa, procurar que los cumplan los muchachos...
Al mismo tiempo, tratadlos ((**It9.357**)) con
toda caridad al avisarles, pero no os permitáis,
ni les permitáis un acto, una palabra que pueda
suscitar alguna mala imaginación. Id siempre con
los necesitados de consuelo, con los enfermos, y
alentadles, animadles a que tengan paciencia...
Haced esto no sólo con los que os agradan, con los
buenos, con los inteligentes, sino también con los
que son poco virtuosos, torpes, y hasta con los
malos. >>No está escrito en el Evangelio de Jesús
que los sanos no tienen necesidad del médico?
Que nunca un castigo pueda parecer venganza...
ni se eche en cara, ni se recuerde a nadie que nos
ofendió en tiempos pasados, especialmente si se le
perdonó. Más aún, procurad demostrarle más amor
que antes y olvidadlo todo...
Estudiemos bien su carácter, démosles buenos
consejos, edifiquémosles con nuestras buenas
palabras, con nuestros ejemplos, con nuestro
porte. Con los quisquillosos, que fácilmente se
ofenden, sed aún más benignos, y rogad por
ellos...Procurad por todos los medios infundirles
respeto a los superiores.
Os dejo, por fin, con este pensamiento. Quizá
estos santos ejercicios sean los últimos para
alguno. Esté, pues, cada uno preparado de modo
que, en cualquier momento que venga la muerte, se
halle dispuesto y tenga preparados los asuntos de
su alma.
(**Es9.331**))
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