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((**Es9.331**) Recordad que cada uno está obligado también por las reglas a rezar el rosario cada día. íCuánto debemos agradecer a María Santísima y cuántas gracias nos tiene preparadas! Confesaos cada ocho días, aun sin tener nada grave de qué acusaros. Es un acto de humildad de los más gratos al Señor, ya sea porque se renueva el dolor de los pecados perdonados, ya sea porque se reconoce la propia indignidad con los defectos ligeros en los que se cae cada día. Sepa cada uno aprovechar todo espiritualmente: lo que ve, lo que oye, lo que hace, lo que estudia, lo que lee, hasta en autores profanos. Por ejemplo, si uno explica en clase un autor pagano y encuentra una máxima bonita, aprovéchela, reclame la atención de los alumnos sobre ella y saque consecuencias útiles para sí y para los demás. Mirad lo que hace la abeja. Marcha lejos, hasta alguna milla de distancia para libar la miel, y sabe separar la miel de la cera y dejar en la florecilla un jugo venenoso que podría matarla a ella y a sus compañeras. Así tenemos que hacer nosotros; seleccionar lo que puede ayudar; librarse de los defectos y del pecado. De este modo podemos aprender algo de todos y de todo. También habría querido hablar de nuestra forma de vida, que debe ser activa y por tanto debemos trabajar cuanto podamos. Me limitaré a alguna recomendación. En primer lugar, practiquemos la caridad entre nosotros los salesianos, soportemos los defectos de los demás, compadezcámonos mutuamente. Animémonos a hacer el bien, a practicar las reglas, a querernos y apreciarnos como hermanos. Recemos para que podamos formar todos un solo corazón y una sola alma, para amar y servir al Señor... Recomiendo a los directores de cada casa que reúnan a los Socios lo más frecuentemente posible, para tratar de las cosas propias y de los muchachos... Recordemos que en el Evangelio se lee que Nuestro Señor coepit facere et docere: antes de enseñar practicó él mismo lo que enseñaba... Después de haber practicado los reglamentos de la casa, procurar que los cumplan los muchachos... Al mismo tiempo, tratadlos ((**It9.357**)) con toda caridad al avisarles, pero no os permitáis, ni les permitáis un acto, una palabra que pueda suscitar alguna mala imaginación. Id siempre con los necesitados de consuelo, con los enfermos, y alentadles, animadles a que tengan paciencia... Haced esto no sólo con los que os agradan, con los buenos, con los inteligentes, sino también con los que son poco virtuosos, torpes, y hasta con los malos. >>No está escrito en el Evangelio de Jesús que los sanos no tienen necesidad del médico? Que nunca un castigo pueda parecer venganza... ni se eche en cara, ni se recuerde a nadie que nos ofendió en tiempos pasados, especialmente si se le perdonó. Más aún, procurad demostrarle más amor que antes y olvidadlo todo... Estudiemos bien su carácter, démosles buenos consejos, edifiquémosles con nuestras buenas palabras, con nuestros ejemplos, con nuestro porte. Con los quisquillosos, que fácilmente se ofenden, sed aún más benignos, y rogad por ellos...Procurad por todos los medios infundirles respeto a los superiores. Os dejo, por fin, con este pensamiento. Quizá estos santos ejercicios sean los últimos para alguno. Esté, pues, cada uno preparado de modo que, en cualquier momento que venga la muerte, se halle dispuesto y tenga preparados los asuntos de su alma. (**Es9.331**))
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