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jamás las manos encima; no introducirlos en la
propia habitación, nada de amistades particulares.
El ayuno de los viernes. Soportar el calor, el
frío, las incomodidades en la salud, la falta de
cualquier cosa. No viajar sin necesidad.
Con estas pequeñas mortificaciones se tendrá
fervor en la oración, se vencerán las asechanzas
del cuerpo, triunfará la virtud y la Congregación
se convertirá en un paraíso terrestre.
II
En estos días hubiera querido hablaros también
de las prácticas de piedad de nuestra casa, pero
nos ha faltado tiempo. Había mucho que decir sobre
los votos y la vida religiosa. Sin embargo,
recordaré al menos algunas cosas. Las prácticas
diarias son la meditación, la lectura espiritual,
la visita al Santísimo Sacramento y el examen de
conciencia.
La meditación es la oración mental. Nostra
conversatio in coelis est (Nuestra conversación
está en los cielos), dice san Pablo; y se podría
hacer de esta manera: escoger el tema sobre el que
se quiere meditar, poniéndose antes en la
presencia de Dios. Después reflexionar atentamente
sobre lo que meditamos y aplicárnoslo a nosotros.
Sacar la conclusión de dejar ciertos defectos y
ejercitarnos en ciertas virtudes, y después poner
en práctica, a lo largo del día, las resoluciones
tomadas por la mañana. Debemos también excitar ein
nosotros afectos de amor, de reconocimiento y de
humildad ante Dios, pedirle las gracias que
necesitamos y rogarle, arrepentidos, el perdón de
nuestros pecados. Recordemos siempre que Dios es
nuestro Padre y nosotros sus hijos... Recomiendo,
pues, la oración mental.
Quien no pudiere hacer la meditación
reglamentaria, por razón de viajes, de cualquier
ocupación o asunto que no permita dilación, haga
al menos la meditación que yo llamo de los
comerciantes. Estos piensan siempre en sus
negocios, doquiera se encuentran. Piensan en
comprar mercancías, en venderlas con ganancia, en
las pérdidas que podrían sufrir, en las ya tenidas
y cómo arreglarlas con las ganancias obtenidas o
con las que podrían conseguir, y así
sucesivamente... Tal meditación es también el
examen de conciencia. Por la noche, antes de
acostarnos, examinarnos de si hemos cumplido los
propósitos tomados sobre cualquier defecto
determinado:si hemos adelantado o retrocedido. Hay
que hacer una especie de balance espiritual;si
vemos que hemos faltado a los propósitos,
repitámoslos para el día siguiente, hasta llegar a
adquirir aquella virtud y a apartarse o huir de
cierto vicio o de determinado defecto.
Os recomiendo también la visita a Jesús
Sacramentado. <>, exclamaba el cura de Ars;
váyase a los pies del tabernáculo, al menos para
rezar un padrenuestro, avemaría y gloria, cuando
no se pueda más. Basta esto para robustecernos
((**It9.356**)) frente
a las tentaciones. Uno que tenga fe, que haga la
visita a Jesús Sacramentado y la meditación todos
los días, salvo que sea por un fin mundano, ése,
digo yo, es imposible que peque.
Recomiendo también la lectura espiritual,
especialmente a quien no sea capaz de hacer la
meditación sin libro. En consecuencia, leer algún
trozo, reflexionar sobre lo leído, para saber lo
que debemos corregir en nuestra conducta. Esto
servirá para enamorarnos cada vez más del Señor y
cobrar aliento para salvar el alma.
Si fuera posible, haga la lectura y la visita
en común; el que no pueda, hágala en privado. La
meditación puede hacerla también en la habitación.
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